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¿Truco o Trato? ¡Celebramos Halloween con los clientes!

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

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No hace falta que os contemos lo mucho que nos gusta celebrar Halloween en Liberación 2000, ¡es una fiesta muy divertida! Durante esta semana dedicada al terror hemos preparado contenido especial: desde historias de miedo inspiradas en nuestro día a día, hasta reflexiones sobre los miedos o promociones especiales de Halloween.

Nuestra agencia, además, se ha llenado de telarañas, de calderos con pociones burbujeantes y de gárgolas y calabazas malditas. ¿Aún no te has “atrevido” a entrar? Si nos gritas aquello de “¿Truco o Trato?” te daremos una dulce sorpresa.

Aunque para dulce sorpresa la que se llevarán todos aquellos que reciban una visita de nuestros mensajeros durante el día de hoy: ¡estamos repartiendo chuches y piruletas!

Os dejamos algunas fotos. Y vosotros, ¿cómo celebráis Halloween? ¡Y recordad! Durante estos días, vuestro 3r envío puede saliros al 50% de descuento, ¡descargad el cupón con nuestra oferta especial! ¡Sólo en la agencia Nacex 2801 de San Sebastián de los Reyes!

Semana del terror especial Halloween | Edificio fantasma

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Entorno socioeconómico cultural

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Por desgracia en nuestra zona, aunque entiendo que también en muchos otros sitios, cada vez hay más edificios vacíos y oficinas cerradas. Edificios que en su día estaban abarrotados, a la semana siguiente pasabas a visitarles y no quedaba nadie, únicamente quedaba el marco de la suciedad del cartel de la empresa sobre la pintura de la pared, al haber sido retirado tras muchos años.

Esto que os voy a contar me sucedió un día que fui a visitar a un cliente que está situado muy cerquita nuestro. Concretamente en un edificio de oficinas, justo al lado de Antena3. Entré por la puerta del edificio y vi que estaban remodelando el edificio entero: pintando, cambiando los suelos, los techos, las puertas, rediseñando algunos espacios de las oficinas…

Visitaba al único cliente que mantiene su sede en el edificio y, como siempre hago antes de entrar, refresque la planta y numero de oficina viendo la agenda y me di cuenta de que no la llevaba apuntada… ¡Siempre igual! Para no variar… Decidí montarme en el ascensor y subir a la tercera planta, creo que estaba ahí la empresa y si no era así tampoco pasaba nada, quizás conocía otra empresa nueva a quien saludar.

Entré como pude en el ascensor, estaba lleno de plásticos, cartones y en el aire flotaba un olor insoportable a pintura, casi costaba respirar. Pulse el botón 3, aún sin saber si aquello iba a ser capaz de subir… ¡Pues sí!  Comenzó a subir, no sin antes sonar toda la estructura del ascensor, moverse el suelo de un lado a otro sin parar y golpear el ascensor con las paredes en cada subida de entreplanta. Y por fin llegué al 3, salí del ascensor casi de un salto, vaya subidita en ascensor, nunca más.

Me encontré en el descansillo y las puertas de las oficinas estaban todas cerradas y me di cuenta que me había confundido de planta. Pero se empezó a cerrar la puerta del ascensor y con ellas desapareció toda la poca luz y claridad que podía existir en aquella planta. No veía nada, pero nada de nada, me pegue a la pared y comencé a andar en busca de la salida de emergencia, allí estarían las escaleras para bajar de planta.

Era pleno mes de Diciembre y serían las siete de la tarde, hacia corriente y un frio que no era normal, se notaba que estaba todo vacío. Continúe pegado a la pared y andando con cuidado, a la vez que andaba levantaba la voz y saludaba con el fin de que alguien me pudiera oír y guiarme: ¡hola!…!buenas tardes! pero nadie contestaba, me di cuenta que las paredes estaba húmedas y que mis manos se estaban mojando, con el contacto con la pared. Aparte algo me estaba rozando la cara y el pelo en todo momento, aquello me estaba empezando a poner nervioso.

Conseguí llegar hasta el final del pasillo y tocaba algo que parecía un cristal, pero un cristal opaco, no entraba nada de luz,  “que suerte” me dije. Empecé a oír como si alguien estuviera canturreando una canción o tarareando en la lejanía y me quede parado afinando el oído. Y de repente algo golpeo fuertemente el cristal, justo a donde estaba mirando en ese momento y pegue un grito tremendo y comencé a correr, fueron 5 metros, pero se me hizo eterno, abrí una puerta, bueno casi la arrolle y ¡por fin!. Eran las escaleras, las empecé a bajar de tres en tres y en casi cuatro saltos me presente en la segunda planta.

Salí a la segunda planta, y por fin allí estaba mi cliente, entre corriendo en la oficina y todos se dieron la vuelta para mirarme, debía de tener buena cara de susto. Me vi que tenía las manos negras, era pintura de las paredes de arriba. Pregunte por el baño y me fui a lavar las manos y de paso refrescarme, comencé a tranquilizarme, me eche un poco de agua y cuando me estaba lavando las manos, otra vez oí el tarareo y canturreo que había oído antes y con las mismas se produjo un golpetazo en la ventana ¡Zas!

Me di la vuelta casi temblando y vi al de mantenimiento con sus cascos de música, saludándome desde el exterior, estaba colgado de un arnés limpiando los cristales del edificio….

Semana del terror especial Halloween | El mensajero loco

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Entorno socioeconómico cultural

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Era una noche de luna llena. Estaba sola en casa, sentada en el sofá del salón con mi perro Boby. Boby es muy mimoso y suele dormir debajo de mi cama, así cuando tengo una pesadilla o tengo miedo, pongo la mano debajo de mi cama y si Boby me da un lametón, significa que todo va bien.

Salió en las noticias que un mensajero había entregado un paquete en el hospital psiquiátrico y que había habido “una incidencia” y que además tenían que dejar en observación al mensajero ya que había sufrido un “ataque” por el destinatario del paquete. No decían nada sobre qué tipo de “ataque” había sufrido el conductor, ya que lo único que este podía pronunciar era: “Rápido rápido, tengo que entregar este paquete Premium”-

A las dos horas emitieron una noticia urgente diciendo que el mensajero había escapado y aconsejaban que no salieran de las casas y que cerraran puertas y ventanas. Empecé a escuchar una serie de ruidos bastante extraños, corrí hacia la puerta para asegurarme que estaba cerrada y miré por la ventana para ver si veía a alguien… pero nada, todo parecía esta en calma.

Fui a mi habitación y me tapé con la colcha. Seguí escuchando pisadas y eso me asustó aún más, por lo que bajé la mano hacia Boby. Cuando noté el lametón me tranquilicé, consiguiendo dormir.

Al día siguiente me levanté, me hice el desayuno y al pasar al salón vi que había un paquete encima de la mesa. Se podía leer lo siguiente:

“Los locos también sabemos lamer”.

Semana del terror especial Halloween | Duérmete niña

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Entorno socioeconómico cultural

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En un pequeño pueblo de Madrid, una familia llegaba con sus tres hijas. Corría el mes de Octubre y los árboles ya estaban sin hojas, el frío había llegado y en las montañas empezaban a caer los primeros copos de nieve, avisando de que el invierno asomaba por la puerta.

Los paisanos eran campesinos vigorosos, las manos curtidas por el duro trabajo del arado y sus hombros encorvados; parecía que llevaran la dura carga del mundo sobre ellos. Las tres niñas agarradas de la mano de sus padres miraban asustadas a su nueva vivienda. La madre les soltó la mano y les dijo: “Venga perezosas, id a ver vuestra nueva habitación”. A Mamen, la más pequeña, le costaba subir las escaleras. Sus cortas piernas hacían que subir cada escalón le supusiera un sufrimiento. “Mejor utilizar también las manos”, pensó. Sin embargo, fue su hermana mayor la que la cogió y la llevó en brazos hasta arriba, ambas subiendo las empinadas escaleras.

¡Qué ilusión! Casa nueva, ¿tendremos una habitación diferente para cada una? Si es así, la pequeña era demasiado chica para dormir sola. ¿Le tocaría con sus padres? Espero que no, había oído contar a su padre que cuando nació se pasó tres meses con el sueño cambiado y dormía por el día y lloraba por la noche, y que su padre le puso ruedas a la cuna para moverla por la noche, pero que una noche, no pudo más y le dio tal empujón que se fue niña y cuna todo el pasillo para adelante, menos mal que su padre reaccionó rápidamente y la cogió al final del pasillo, porque lo siguiente era una larga escalera. Por eso no quería dormir en la habitación con sus padres, prefería dormir sola, pero no, no iba a dormir sola.

Entró en una estancia grande, con una cama grande, muy grande. El colchón era de lana de oveja y cuando te subías te hundías y te envolvía. Lo malo era cuando su madre decidía airear la lana y se sacaba a la calle para darle palos y separar las hebras, aunque tengo que decir que a la pequeñina le gustaba esos momentos que compartía con su familia.

Lo malo de la habitación era que sólo había un pequeño ventanuco en la parte alta de la pared, muy pequeño. No había más luz y como eran pobres, muy pobres, estaba prohibido encender las velas porque la cera estaba muy cara. En la cocina había un fuego de leña y carbón que al mismo tiempo servía como calefacción para toda la casa. La abuela se dedicaba a hacer mañanitas y patucos para que al irse al dormir las sabanas heladas no llegaran hasta los huesos. Mamen, con el paso del tiempo, ha hablado en muchas ocasiones de esos patucos de color rosa, aquellos que hacían que sus dedos estuvieran siempre calientes. Esa habitación era para sus tres hermanas, la pequeña se ponía en el medio, y así calentaban a la enana. Calor humano. Poco a poco se fueron adaptando a su nueva casa y a su nuevo pueblo. Las mayores empezaron a ir al colegio, era de monjas, un antiguo convento que había reformados algunas pequeñas celdas y al unirlas había hecho las clases para las niñas. Cuando llegaban a casa contaban muchas historias, mientras la pequeña estaba aburrida porque su madre estaba liada con el traslado o preparando la comida, o limpiando y su padre estaba trabajando.

Las hermanas después de cenar, hacían deberes bajo la luz de las velas. Mamen veía en las paredes imágenes reflejadas de monstruos y fantasmas, mientras sus hermanas empezaban a contar el miedo que habían pasado por los pasillos del convento. Llegaba la hora de irse a dormir, un beso a papa, un beso a mama y para arriba en brazos de su hermana. Un pequeño despertador marcaba las horas, las 9 y la niña con los ojos abiertos como platos, tenía miedo. Las 10, las 11, …, las 5 de la mañana, su respiración era cada vez más nerviosa, no podía dormir, sin saber por qué se puso a llorar, no quería hacerlo, tenía miedo del pasillo, pero tenía tanto miedo. A través del ventanuco entraba ya las primeras luces del amanecer, el gallo estaba cantando y las hermanas se despertaron enfadadas porque no habían descansado lo suficiente. Esto no iba a volver a pasar, no estaban dispuestas a que ocurriera otra noche más. A la siguiente noche empezaron a contar historias de Lucifer y lo que hacía a las niñas que no se dormían.

Conoció por primera vez las historias del coco, el hombre del saco y así una noche tras otra. Pero lo único que consiguieron es que la pequeña no durmiera nunca más tranquila, los ojos como platos un día detrás de otro pero en silencio y sin moverse, porque si sus hermanas notaban cualquier pequeña sensación de que pasaba la noche despierta, volvían las historias de miedo, y se quedaba en la memoria de aquella personilla. Pensó, voy a quedarme quieta entre mis hermanas, que ya tendré tiempo de dormir por la mañana en el regazo de mi madre o entre la leña y el calor de la estufa.

Pequeña, duerme, duerme que sino viene el coco y te llevará…

Semana del terror especial Halloween | Paquete diabólico

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Entorno socioeconómico cultural

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Era la madrugada del sábado al domingo, era noche cerrada, no había Luna, todo estaba oscuro, el polígono donde está la nave estaba vacío… ¿quién se hubiera atrevido a estar ahí en esos momentos? Todo el mundo tendría mejores cosas que hacer en sus vidas que no estar en su puesto de trabajo.

Laura, sin embargo, decidió que, como no había tenido tiempo de preparar los adornos de Halloween durante la semana, éste sería un buen momento. Sacó las telarañas, calabazas, caramelos, gorros de bruja y todo aquello que llevaba en el maletero y se puso manos a la obra para acabar cuando antes y darles así  a sus compañeros una sorpresa cuando éstos llegaran a la oficina el lunes.

Pronto se dio cuenta de que no había sido tan buena idea. Las calles estaban demasiado vacías, todo estaba muy oscuro y sólo arrojaban algo de luz los focos de su coche. De hecho, cada poco tiempo, parecía que algo oscuro tapaba la luz de dichos focos, una especie de sombras que se levantaban del suelo y abrazaban la luz de… ¡pero qué tontería! No podía estar pasando eso, debería estar imaginándoselo…

Aparcó y entró en la nave y sintió la losa del silencio caer a su alrededor; no se escuchaba nada. Sentía otra vez esas sombras, parecía que estaban cerca de su cara, parecía que la besaban, sentía su aliento, se le movía su larga melena. ¡Vamos, por Dios! Es imposible, aquí no hay nadie…

Empezó a descargar el maletero del coche, lentamente fue colocando todos los elementos, su pensamiento era dónde lo pondría para que produjera más susto, ¡qué risas se iban a echar al día siguiente! De repente sonó un llanto, era el llanto de un bebé, Laura miró hacia un lado y hacía otro, no había nadie. El llanto pasó a convertirse en risa. ¿Pero de dónde salía ese ruido? Era claro, no había duda. Se fue moviendo por la nave, cerca de los paquetes retenidos, no de aquí no viene el ruido. Pensó en las cestas dónde se dejan las entregas para el día siguiente, no, tampoco. El ruido cada vez era más fuerte y claro, decía algo en su llanto, llamaba a su mamá. ¿Pero cómo es posible esto?

Laura estaba totalmente desconcertada y temblorosa. Las sombras parecía que la empujaban hacia un rincón, ahí era donde estaba toda la mercancía para el lunes, mucha mercancía. Poco a poco fue separando los envíos, buscando hallar el motivo de ese llanto. Una de las sombras parecía que le señalaba un paquete en concreto, ella se abalanzó hacia él y lo cogió. Es verdad, ahora reía y se oía como si estuviera dentro, pero ¿hubiera sido posible que estuviera un bebé ahí metido? Se dio cuenta de que el destinatario era ella misma, alguien le estaba mandando ese paquete.

Lo abrió, muy despacio, rumiando entre sus labios la irresponsabilidad de mandar algo así. Cuando terminó de abrir el paquete se encontró a una muñeca, pálida, triste, con un vestido antiguo y muy estropeado. Pero, ¿quién me ha podido hacer este regalo? Pensó Laura. Bueno, por lo menos, ya hemos descubierto el misterio… ¡Anda, si tiene instrucciones y todo! Las lee despacio, hasta que de repente tira el papel, mira a la muñeca y sale corriendo. En el papel se leía:

“Pilas no incluidas”.

Semana del terror especial Halloween | Aprovecha nuestra oferta #trucootrato

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

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En Liberación2000 vivimos la semana de Halloween con mucha intensidad e ilusión. Aunque se trata de una celebración muy americana, aquí cada vez la hacemos más nuestra, ¡es que es tan divertida!

Esta semana nuestras compañeras de mesa son las telarañas, las calaveras, las calabazas y las historias de miedo ambientadas en nuestro día a día. A partir de hoy cada día de la semana, a las 12 de la noche, publicaremos una historia de terror, ¡esperamos que os gusten!

Hemos decorado nuestras agencias para hacer que un ambiente enrarecidamente terrorífico flote en el aire… ¿Te atreves a hacernos una visita? Tenemos, de hecho, la excusa perfecta para que vengas corriendo a nuestra oficina de San Sebastián de los Reyes o a la de San Fernando de Henares: ¡una súper oferta!

Oferta #trucootrato: tu tercer envío, ¡a mitad de precio!

Los clientes que se acojan a la oferta #trucootrato de Liberación2000 podrán disfrutar de un 50% de descuento en su tercer envío. Así, por cada dos envíos, ¡el tercero sale a mitad de precio!

La oferta va dirigida a todos los clientes de Liberación2000, tanto abonados como clientes puntuales, y es aplicable a algunos de nuestros servicios. Habla con nuestros comerciales (91 663 85 00 y 91 648 76 42) para saber con exactitud cómo puedes beneficiarte de esta increíble oferta, la cual lanzamos también para celebrar que el próximo 20 de febrero Nacex cumple 20 años.

Semana del terror especial Halloween | Macabra entrevista

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Entorno socioeconómico cultural

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Se había levantado una gran niebla, el recorrido en coche hasta llegar al trabajo se estaba haciendo pesado, muy pesado. Todo el cuerpo en tensión intentando localizar con los ojos algún bulto que pudiera ser sospechoso de interrumpir mi marcha hacia el trabajo. No podía pensar con claridad. Estaba preocupada, ¿cómo mis conductores estaban viviendo esta situación? Son conductores inmejorables, pero cuando se produce una inclemencia de este tipo, no puedes dejar de pensar en el peligro que se podría estar acechando.

Por fin llegué a la oficina. Estaba entera, pero los músculos se me tensaban y me producían pequeños espasmos. Intenté relajarme leyendo en mi agenda lo que podría depararme el día, aunque ya había empezado un poco mal, deseé que con la protección de las paredes, todo fuera mejorando. Las primeras horas las tenía que dedicar a hacer entrevistas de trabajo. Son momentos que ahora echo de menos, ¡hace tanto tiempo que no haga una entrevista!

Me estaba preparando cuando empecé a notar que la niebla entraba por debajo de las puertas, se enrollaba por las sillas y subía por las mesas. ¡Qué raro! ¿Qué podría ser? Pero cuando nuestros pensamientos estaban en deducir lo que estaba ocurriendo entró él, un hombre grande, muy grande, anchos hombros, barba descuidada, y unas manos…. ¡horror, qué manos! Todavía hoy siento un temblor en mi cuerpo recordando esas huesudas y peludas manos. “Vengo a hacer la entrevista”, dijo con una voz que hacía que el suelo temblara bajo mis pies.

Las entrevistas las hago en el piso de arriba, un piso totalmente vacío pero que antiguamente estaba lleno de personas, y mientras que subía las escaleras con él, pensaba que ojalá hubiera estado lleno de gente en ese momento, porque me estaba dirigiendo a un piso desierto con una persona que me daba mucho miedo. También oía ruidos de ranas, muchas ranas y empecé a oler a azufre, un fuerte olor, me giré y me choqué con él, estaba demasiado cerca de mí. Me senté en mi silla, casi no podía mantener la conversación en lo que pedía en la entrevista, todo mis pensamientos estaban en ese hombre, en cómo me miraba, cómo olía y en el croar de las ranas que estaba oyendo. Empecé a relatar las necesidades que teníamos, y no podía retirar mis ojos de los suyos, eran negros, no grandes pero sí alargados. Me miraba fijamente, parecía que quisiera penetrar en mi cerebro, buscar en mis recuerdos.

Empecé a tener miedo, estaba sola, no podía pedir ayuda, empecé a sudar, deje de hablar, le pregunté si me había entendido, no contestó, sólo seguía mirándome. En ese momento me levanté, di por terminada la entrevista, quedé en llamarle cuando tuviera a todos los candidatos, baje corriendo las escaleras y le despedí dándole la mano. Estaba pegajosa y húmeda. Me entró un escalofrío pero se marchó.

Al verme tan pálida, mi personal se asustó. Todos quisieron ver cómo era el extraño, pero ya no había ni rastro de él; ni a la derecha ni a la izquierda, no se veía nada. Pero lo más extraño de la historia es que la niebla se marchó, muy lentamente, pero no había terminado de explicar mi experiencia cuando salió un sol radiante y pensé en ¿quién podría haber sido esa persona? ¿Qué es lo que buscaba? Y sobre todo ¿por qué me miraba tan fijamente? ¿Quizás le conocía?

Historia de Halloween 5: El enano informático maléfico

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

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Cada vez que pienso en esta historia, los pelos de mi cuerpo se ponen como escarpias, el sudor sale de mi cuerpo con una frialdad que hace que se estremezcan todos los huesos y aparezca la carne de gallina. Por desgracia para mí, es una historia que no para de ocurrir ni de crecer. Cuando parece que estamos unos días más o menos tranquilos, los enanos informáticos hacen posible que no se nos olviden que existen y que, aunque no sepamos donde se encuentra, EXISTEN. Son como las brujas, verlas no las vemos, pero están rezagadas en algún lugar del Universo y cuando menos lo esperas saltan a tu espalda.

En este caso, saltan de frente, miras la pantalla, la miras, la miras, y la vuelves a mirar, y todo está en el mismo sitio, no se ha movido ni un ápice. Te levantas para estirar las piernas, vuelves y sigue, y sigue y sigue en el mismo sitio. Pero, los enanos están trabajando, lo sabemos, porque de vez en cuando, no funciona nada, se apaga y aparece una pantalla negra. En otras ocasiones, cuando has conseguido avanzar el trabajo, mirando el reloj para conseguir salir pronto, lo que ocurre es que se cierra el programa, justo cuando estabas a punto de imprimir, todo perdido, de nuevo a comenzar. Tu cara parece un cromo, pegado a una pantalla de ordenador. La locura aparece en tu mente y ves a cientos de murciélagos que se van dirigiendo a tu cara, mueves los brazos con espasmos para quitarte su pegajoso contacto, pero es imposible. Los enanos han hecho que salgan automáticamente para hacer que pierdas tiempo y no te des cuenta de todo lo que todavía queda por hacer de trabajo.

Pero, estos enanos tienen vida propia, podemos llamarlos los elfos de los microchip. Cuando deciden salir a molestar, el ambiente se vuelve enrarecido, podemos ver rayos y truenos encima de nuestras cabezas, las venas de la garganta se hinchan y se ponen de color morado Semana Santa, los ojos se salen de las órbitas y mi color de ojos se convierte en un negro tenebroso -sobre todo teniendo en cuenta que son verdes-. Y lo malo es que son los Reyes del Mambo. Con el Papa hemos topado, querido Sancho.

Los informáticos deciden lo que te viene bien, lo que no te viene bien, cómo tienes que trabajar, cuando no puedes trabajar, etc., etc., Por eso, el cuento más tenebroso, lúgubre y triste de Halloween se lo dedico a esos desgraciados enanos que están en los chips de los ordenadores y que no salen cada 1 de Noviembre para celebrar la fiesta, están todos los días en nuestras oficinas, en nuestras casas, en la calle, en el espacio, en todas las partes, riéndose de nosotros y pensando “Esstaaisss eeen nnnuuuestttrasss mannnnos, insignificantes humanos”.

Historia de Halloween 4: El comercial diabólico

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

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La vida de un vendedor siempre es complicada y más aún cuando entras en sitios que nunca has estado y abres puertas que no sabes a qué o a quién te vas a encontrar detrás. Pero, hay que pisar fuerte y no parar ni acongojarse y hasta el fondo, pero con educación claro está.

Os voy a contar una historia terrorífica que viví en una de mis últimas visitas en las que intentaba cobrar unas facturillas que se habían olvidado.

Ese día, recuerdo que me levanté con un fuerte dolor de cabeza. Normal -me dije-, era el típico día nublado, húmedo y con mucho viento (de los mejores días para vender, ya que no hay muchos en la calle vendiendo, pero quizás no lo era para cobrar facturas pendientes….)  Aparqué en la puerta del cliente, era una fábrica muy grande, muy vieja por fuera y parecía incluso hasta abandonada. Solo su presencia desde fuera te daba repelús. ¡Madre mía, donde me estoy metiendo!

A lo lejos vi la caseta de seguridad y me dirigí hacia allí, me fijé que por la noche se debía de haber caído un cartel de publicidad gigante, debió de ser por el aire que hubo esa noche,  pero menos mal, por cinco metros de distancia no cayo encima de la caseta del vigilante que estaba al lado, sino hubieran acabado papilla, sentí de nuevo el repelús por la espalda de pensarlo.

Llamé al vigilante y se abrió una ventana, me asome y vi a un tipo que mediría dos metros de altura, un poco entrado en carnes (se le salía la camisa por debajo de la chaquetilla…), el cual, sin soltar un pedazo de bocata de chorizo, me dijo: ¡Dime, qué quieres! (Me dije: pues empezamos bien) Vengo a ver a “X” por unos asuntos que tengo pendientes de tratar con él. El vigilante gigante, me dijo con su tono de voz tan amable y con una peste de chorizo que daba miedo: “Tienes que atravesar toda la fábrica andando, porque no puedes entrar con el coche, serán unos 2 km. Ten cuidado con los camiones que no respetan a nadie y cuando veas una puerta naranja, te metes, que por allí estarán”. Con determinación, le dije: “OK, voy para allá”.

Esta fábrica es enorme y las “carreteras“ de acceso hasta donde tengo que llegar son laberintos muy estrechos y no paraban de pasar camiones gigantes, a bastante velocidad, entre mi persona y los camiones no había mas de un metro de separación, cada vez que me cruzaba con uno, me paraba y pegaba la espalda a la pared. Y solo veía camiones y ventanas, pero no veía a ninguna persona, aunque me sentía como si estuviera observado en todo momento. Tras cruzarme con 6 camiones, por lo menos, y verme casi atropellado, conseguí ver la maldita puerta naranja. Llamé a la puerta y allí no abría nadie, seguía sin ver a ninguna persona.

Me dije: no voy a llegar hasta aquí para nada. Así que, agarré la maneta de la puerta con decisión y abrí. Me dio en la cara una sensación de frío, humedad y un olor súper fuerte, que me hizo parar. Pero igual que antes decidí que tenía que seguir, subí unas escaleras y llegue a otra puerta con ventana de cristal. Me asomé, llamé y allí no había ni Dios. Así que, abrí la puerta y: “Hola! hay alguien?” y nada…. de repente, el olor que sentí al abrir la puerta se había duplicado y era hasta insoportable, mezcla de rancio, quemado, buff, ¡qué asco!, pero me fije en el suelo y ya me quedé blanco, empecé a ver huellas de alguien marcadas en el suelo, marcadas por algo que parecía sangre y no, no lo parecía, cada vez había más sangre y charcos gigantes de sangre. Automáticamente, mis piernas dieron un paso hacia atrás y oí en un tono inaguantable de sonido como chillidos. ¿Qué digo como chillidos? ¡¡Parecía que estaban matando a alguien!! Entonces ya sí que sí, me cagué y dije: “Oscar vuelve por donde has venido” y retrocedí hasta la puerta con ventana de cristal y la atravesé. Seguía oyendo los gritos al fondo, bajé las escaleras como un rayo y, de repente, se abrió la maldita puerta naranja, frené en seco y apareció un hombre de dos metros vestido de blanco con gorro en la cabeza, con guantes y botas hasta las rodillas y lleno de sangre por el pecho. Y me dijo: “pero chico, ¿dónde vas?” Y balbuceando le contesté: “vengo a cobrar unas facturas pendientes”. A lo que me respondió el gigante carnicero: “estás equivocado de puerta, estas en el Matadero, las oficinas son la siguiente puerta Naranja, a cien metros para abajo lo puedes encontrar”. Y entonces, me desperté de mi paranoia personal y me di cuenta de que estaba en un matadero de carne…….

Y por cierto, mereció la pena: ¡conseguí cobrar!