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Un país con árboles es un país rico
Os voy a contar mis 9 días de vacaciones por Suiza, Alemania y Francia y las experiencias que he tenido directamente en estos países. El título no es mío, es de mi guía, que lo repetía una y otra vez mientras que mirábamos el paisaje dentro del autocar. El guía que teníamos de continuo era gallego, por lo cual, me he encontrado con una persona que sabía una gran cantidad de chistes, que me costaba entenderle porque no terminaba las frases y que sus zancadas eran enormes aunque no era alto, pero estaba acostumbrado al senderismo.
Os pongo en antecedentes con relación a mí:
- De senderismo nada, nada. Siempre y cuando hablemos de las marchas andando por campo, ciudades, carreteras, etc. Ahora bien, me puedo definir perfectamente como el adjetivo de sedentarismo, es decir, según la definición sería “es una forma de poblamiento por la cual una sociedad (es decir, yo conmigo misma) se establece en un lugar determinado al que pasa a considerar de su propiedad (mi casa)”. Aquí también puedo añadir mi trabajo, y unos cuantos kilómetros alrededor. Pero lo justo, justo.
- Tengo 51 años, por lo tanto, la menopausia está llamando a mi puerta, esto supone hinchazón del cuerpo, sofocos, y algunos otros maravillosos síntomas que te hacen recordar que lo mismo lo pasaste pero cuando eras adolescente, incluso los granos, pero la diferencia es que ya llevo medio siglo vivido, felizmente vivido. Pero debido a que no soy persona fácil, mi menopausia tampoco lo es, y los cambios hormonales están siendo un poco cansinos.
- Llevo 6 meses sin fumar, ¡hurra! ¡increíble! ¡maravilloso! ¡engordandoooooo! Y eso que parecía difícil, porque con el apartado anterior parecía que ya había hecho tope, pero nada más lejos de la realidad, todavía se puede uno estropear más. Sobre todo si no se hace senderismo.
- Además tengo hígado graso, que no se sabe muy bien si también es lo que ha provocado la obesidad o bien se ha deformado proporcionalmente a los kilos asumidos.
- Las articulaciones no responden a mis órdenes, sobre todo las rodillas, parezco Robocop y necesito Tres en Uno para engrasar.
- Total, esto supone que en poco tiempo mi cuerpo ha cogido unos 30 kilos de más, y si además añadimos que mido más o menos metro y medio de estatura, hacemos un pan como unas hostias. Eso sí, positiva hasta la medula y feliz, que no haya dudas, que por lo menos respiro y no estoy criando malvas, por lo tanto, ¡estoy divina de la muerte!
Supongo que quién lea esto, a estas alturas, se estará preguntando para qué cuento todo esto. Es muy sencillo: para que mi relato sea más comprensible y nos echemos unas risas entre todos imaginándome en las situaciones que voy a escribir.
Lo primero es que elegí este entorno buscando el fresquito para no pasar el calor sofocante de Madrid. Había estado hace unos años en Suiza, en agosto, y tuve que comprarme ropa de invierno y paraguas. Esta vez, me dirigía a la Selva Negra y la Alsacia francesa y se suponía que se estaría más fresquito.
Para la ocasión, me había comprado unos zapatos-zuecos en GEOX para que mis pies no sufrieran mucho y además ya los tenía usados. Al mismo tiempo, llevaba calzado cómodo y zapatillas BMT, que hacen que trabajen mejor las piernas y la circulación. De ropa, iba más o menos preparada para unas temperaturas fresquitas. Aunque sabía que también había llegado una ola de calor por la Europa central y que estaban cayendo gente por el calor, pensé que no sabían lo que era pasar calor y que mi cuerpo estaba acostumbrado a un calor sofocante y seco. ¡Que infeliz yo! No caí en que mi cuerpo ya no estaba acostumbrada a nada, quizás al aire acondicionado que llevamos en el coche, que tenemos en casa, en el trabajo, en los centros comerciales, en los cines, etc.
Aterricé en Zúrich (Suiza) y me encontré con un calor sofocante y muy húmedo. Después de comer (horario de allí) y ver un poco los alrededores de Schaffhausen, nos metimos en un barquito para acercarnos a las cataratas, y el que llevaba la barca hizo la gracia de acercarnos para ver si nos llegaba un poco de agua a nuestros sudorosos cuerpos. Nos refrescaba un poco, pero en cuanto se retiraba otra vez el calor sofocante. No recuerdo la temperatura que se podía tener, pero más o menos os puedo decir que el problema era la alta humedad, había entre un 60 y 90% de humedad. “Dios, soy de los madriles, la humedad no existe, se ha marchado al olimpo, necesito la sequedad de mi tierra.”
A esas alturas del día, con la misma ropa que llevaba desde las 5 de la mañana, con el bolso sin poder descargar del peso que llevaba, y la temperatura de las 4 de la tarde subiendo junto con la humedad, nos encontramos que empecé a perder los tobillos y las muñecas de las manos eran continuidad de los brazos. Los dedos eran como pequeñas longanizas. En el recorrido por las calles empedradas busqué desesperadamente una tienda de ropa para cambiar mi look. Entré en un establecimiento donde me encontré a una dependienta más o menos de mi envergadura, es decir, con carnes. Mitad alemán, mitad inglés, mitad francés y mitad español, es decir, por señas, le dije que me gustaba su falda, la cual, entre risas me la enseñó sin problemas en su misma persona. Es elástica, se puede llevar de minifalda o de falda hasta los tobillos, por lo cual explico lo siguiente:
- Al ser elástica, imaginaros como queda con los michelines.
- Si vale tanto de minifalda como de maxifalda, fijaros donde se pone el resto de la falda cuando la llevas mini ¡¡debajo de los sobacosssssssss casi!!
Pero me decidí a llevarme 2. Al mismo tiempo, cogí una camiseta grande, talla XXXLL de color naranja corporativo y una especie de camiseta-camisola que me llegaba por debajo de las rodillas de la misma talla y del mismo color.
Con la alegría de mis compras, nos fuimos a Offenburg (Alemania).
Por cierto, habíamos pasado 2 veces la frontera entre Suiza y Alemania, esto de que las fronteras no son muy rectas, y nos hicieron pagar (al autocar) más de 80€ por el ratillo que estuvimos. Tengo que decir que, tardamos más en pagar dicha tasa que en estar en la carretera usándola, pero así son las cosas.
Llegamos al hotel en Offenburg, deseando poner el aire acondicionado y descansar los pies, si me los encontraba…, y, ¡sorpresa! El hotel de 4 estrellas no tenía aire acondicionado. Pedimos algo para el calor y nos dieron un pequeño ventilador que encima no se movía, estaba fijo. La habitación era pequeña para dos personas. El armario era de un cuerpo, no había sitio para las maletas, el cuarto de baño sólo tenía ducha, no había bidel, por lo tanto, no podía poner en remojo mis pies. El wáter era súper alto, me colgaban las piernas, no podía estar mucho tiempo sentada. Es el único que he encontrado así, el resto tenían un tamaño normal para mí.
Había unas grandes ventanas y nos comunicaron que podíamos abrirlas enteras, que no entraban los mosquitos. Pues claro, ni los mosquitos quieren estar en esa habitación que hacía más calor dentro de ella que fuera a 40º y con el 70% de humedad. Ni bichos se atrevían a dormir en esa habitación. Y allí estuve 5 días. Sin dormir por la noche del calor y con la paliza del día siguiente viendo sitios.
Y todo esto mientras leía que se pedía que se bajaran los sueldos de los españoles un 10%, y ellos son capaces de dar a un hotel la categoría de 4 estrellas cuando ni siquiera tienen ningún plan para el calor y cuyo desayuno y cena dejaba mucho que desear.
Los españoles somos un pueblo un poco acomplejado, siempre lo de otros países es mejor, pero no es verdad. Nuestra comida es inmejorable, nuestras carreteras de momento gratuitas (aunque parece que le queda poco), nuestros hoteles a cual mejor, la atención del personal insuperable. Ellos cobran hasta para ir al servicio en zonas públicas, pero el problema es que como apures el tema, te puedes encontrar que o tienes 30 céntimos o no entras al servicio. Pero me han llegado a pedir 70 céntimos que incluía una limpieza a su manera, que os juro que tenía necesidad, pero después de pagar los 70 céntimos y ver lo que estaban haciendo mi primera intención era salir corriendo. Me explico: la señora cogía un cacho de papel, se ponía delante de la persona que le tocaba entrar, ella entonces entraba primero y limpiaba la taza del wáter (hasta aquí bien), el problema que se iba a otra puerta y hacía lo mismo con la siguiente pero UTILIZABA EL MISMO PAPEL…. Dios increíble pero cierto. Era el motivo por el cual era más caro: limpieza personalizada.
Al día siguiente, y debido al calor, estrené mi conjunto de vestido butanero. Como me había hecho daño el día anterior en el pie, puesto que todo la parte delantera era una rozadura ya que el pie empezó a crecer y a crecer por el calor y rozó el zapato de GEOX que transpira por abajo pero no por arriba, me puse unos calcetinicos rosas. Imaginaros la situación: bombona de butano (naranja) andando por las calles de las alemanias, con unos calcetines rositas, unos zapatos BMT que son como barcas, grande, grande. Los pies ya eran de elefantes, las manos y brazos como los de Sansón y se me veía una pequeña cabeza, y no porque la tenga pequeña sino porque en comparación con el cuerpo era como la de una tortuga.
No creáis que exagero, tengo el recuerdo permanente que me hizo mi amiga. Me preguntó ¿te hago una foto? Yo dije sí claro, voy a tener un recuerdo de los canales. Me la hizo ¿estoy bien aquí? Perfecta. Me hace dos por si no me gusta la primera. Yo creo que has salido muy bien. La miro, miro a mi amiga y pienso que no necesito enemigos, pero claro, es pasión de amiga. La pienso imprimir y ponerla en la puerta de la nevera. Si con esto no adelgazo, tened la seguridad que nunca lo conseguiré.
Bueno, como es largo contar todo lo que me ha pasado, lo dejaremos para otra entrada, pero el fin de todo esto, es (aparte de reírnos de nosotros mismos) que tenemos que tener más seguridad en nuestro pueblo, en nuestra gente, en nuestras instalaciones, en todo y que prefiero mi España y sus gentes que todo aquello que he visto, que sirve para culturizarme y apreciar lo que tengo más cerca.
Carmen Ruiz Atienza