Hace mucho tiempo que quiero hacer una entrada para mis clientes. En algunos momentos he hecho referencia a ellos, de una manera o de otra, pero tengo que declarar que mi vida gira alrededor de ellos. Los hay de muchos tipos: los que se sienten mejor hablando con un hombre, los que están queriendo que nos enfrentemos con la competencia a ver si consiguen unos precios mejores, los que no quieren problemas,… Pero igual que digo con mi personal, que son los mejores del mundo mundial -salvo pequeñas excepciones- mis clientes son los mejores. Y las excepciones son aquellos que me han querido engañar y me han dejado a deber dinero, porque para mí no es justo, yo te he hecho el trabajo, que mínimo que me lo pagues. El problema es que yo tengo mentalidad de pobre, por lo tanto, no podría dormir sabiendo que debo dinero a alguien, pero los hay expertos en engañar y duermen tranquilamente. En televisión vemos todos los días ejemplos, aunque yo algunas veces les deseo que por lo menos les salgan almorranas.
Pero esta entrada sólo se la quiero dedicar a mis clientes especiales, algunos llevan conmigo muchos años, otros son de reciente incorporación. Y no son especiales porque facturen mucho, nada de eso. Mis clientes son todos importantes tanto si facturan poco como si la factura sale de muchas hojas. Yo me refiero a todos aquellos clientes, que aún siendo duros y exigentes, saben apreciar la calidad y que son conscientes de que su tranquilidad es nuestro trabajo.
No puedo nombrarlos por la Ley de Protección de Datos, pero estoy convencida que ellos cuando lean estas páginas, si las leen, sabrán que les estoy mirando a los ojos, aunque a muchos les haya visto pocas veces, porque siempre se relacionan más mis comerciales, pero en ocasiones “hago chas y aparezco a su lado”, como dice la canción.
Estos clientes son capaces de valorar el trabajo que hacemos por ellos diariamente y se conoce su grandeza porque son los mismos que nos felicitan cuando hacemos gestiones extraordinarias, porque se dan cuenta que lo que se ha conseguido es muy difícil, que se acuerdan de nosotros en las Navidades y nos felicitan como personas que somos, que se acuerdan también de la lotería y nos intercambiamos números, y que también se sienten contentos de que vayamos creciendo y superando las crisis, todos juntos. También son los más severos, y en cuanto existe una mínima desviación, ya se sienten en peligro y nos dan un toque, pero es normal, yo estoy para quitarles sufrimiento, ellos se tienen que ocupar de su trabajo y aquí estamos nosotros para hacérselo mucho más fácil.
Pero somos personas e igual que aguantamos los enfados, nos alegran el día cuando nos dicen algo amable.
Me acuerdo de que en este año, cuando el día de los enamorados, regalamos a todos los que pudimos una rosa. Los conductores fueron a entregar con una sonrisa, el cliente lo recibió con muchas más sonrisas y las llamadas para los administrativos fueron tantas que todo el día estuvimos con una gran sonrisa en nuestras bocas.
Hay alguno que siempre que me llama me pilla de vacaciones, pero eso llega a ser una tradición, pero no importa, porque estamos para lo que haga falta, dentro de nuestro sector ¿eh?
Hay una cosa que nos pasa a todo el mundo, para quejarnos estamos siempre dispuestos, tenemos un resorte en nuestra parte de atrás, donde termina la espalda, que por una mirada, un tono más alto o más bajo, por un levantamiento de cejas, por una risita, o por una frase, hace que nuestra cara se cambie y se transforme en el ogro que todos llevamos dentro. Y en Navidades, y todavía no tengo la explicación, más todavía. La gente está más irritada y enfadada y se nos olvida sonreír, dar las gracias o decir lo siento.
Lo que cuesta es ser amable y transmitirlo por escrito o por una llamada, por eso hoy, dedico mi entrada a los clientes Nacex que saben apreciar el buen trabajo y la calidad ante la avalancha de ofertas que hay empresas que si siguen bajando el precio, al final van a tener que pagar al cliente ellos, en vez de al revés.
Gracias a todos porque sin vosotros, ni mi personal ni yo existiríamos, no seríamos NADA NI NADIE.