Bailando con lobos
El 15 de septiembre se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Democracia. Al ver ésta anotación, me ha venido a la cabeza lo duro que fue crear la democracia que hoy tenemos pero que no llegamos a disfrutar plenamente. Siempre estamos con quejas, con exigencias, con envidias, y no llegamos a ningún puerto porque falta lo más importante que debería de tener un pueblo: respeto. Es mi opinión. Si llegamos a hacer una reflexión del porqué de las guerras, de las luchas entre naciones, de la supremacía de las soberanías, etc.; si profundizamos en todo esto, nos damos cuenta que es por falta de respeto hacia los demás. El yo individualizado sobre el nosotros colectivo. Quizás somos nosotros nuestros propios enemigos, por eso bailamos entre lobos aunque algunos bajo una piel de cordero, cuya tolerancia puede ser hasta complicada y sucia, una vez que se araña la superficie.
Pero en honor al Día Internacional de la Democracia y sabiendo que hoy en día hay muchos países que no saben ni siquiera lo que significa esta palabra y los pueblos siguen subyugados a la incultura para dominar a la persona, quiero recordar mis vivencias con una dictadura y la explosión de la democracia.
Yo solamente viví 13 años en la dictadura, y teniendo en cuenta la inocencia de los primeros años, tengo pocos recuerdos desagradables de esa época. En mi casa no se hablaba de política, pero ni una sola palabra. Cuando salía el dictador en pantalla no se hacía ni el más mínimo comentario, podría haber micrófonos en las paredes de casa o los vecinos estar escuchando, por lo tanto, de mis padres no salía ni un murmullo. Para mí, Franco era ese señor mayor a quien le temblaban las manos y la voz, que pegaba unas charlas larguísimas en Navidad pero como no había otra cosa, se veía aunque no se entendiera. Era una época donde todo era recogimiento, en Navidad se salía a la misa de gallo, en Semana Santa se cerraban todos los bares, cines, etc., se tomaba potaje, etc. Este señor entraba a las iglesias bajo palio.
Total que, un jueves aparece un señor en televisión llorando y diciendo que “Franco ha muerto”, a mí me dan días de vacaciones en el colegio y me da pena. Compro en el quiosco un libro que sale gris sobre su vida con un vinilo con sus discursos. Presiento que es algo histórico y lo quiero tener guardado para el conocimiento de mis futuros hijos. Hoy en día no lo tengo. Cuando mi familia se atrevió a contarme las historias que se habían vivido, pensé que mejor era que nadie viera aquello y mucho menos que se recordara. Pero en aquellos días, yo no me daba cuenta ni sabía porque no me lo contaban. Tengo que decir que mi época es diferente a las generaciones anteriores, a mí en el colegio no me obligaban a cantar nada antes de empezar las clases, no me llevaban a ningún sitio para aprender a cocinar, gimnasia, ni “sección femenina” ni servicio social ni nada de nada que generaciones anteriores a mí tuvieron que vivir, era todo más light aunque ocurrían cosas horribles pero no se hablaba en la televisión de ello. En esos días, los únicos dos canales de televisión, de todas las radios, periódicos, etc., la noticia era su muerte. Ahora sé que mucha gente pensaban (no se atrevía en hacerlo en voz alta) si sólo era la muerte de una persona o era la muerte de una época. Muchos dejaron de respirar fuerte para no llamar la atención. Todo vino posteriormente muy deprisa, jura del rey, entierro, cortes, etc. No sé si pongo bien el orden, pero creo que ahora es poco importante porque no estoy haciendo un libro de historia sino recordando lo difícil que fue conseguir lo que ahora tenemos. El padre del Rey tuvo que abdicar en su hijo. ¿Alguien puede imaginar lo que este gesto pudo significar? Aunque no sea monárquica creo que las caras lo decían todo. Poco a poco voy conociendo las historias familiares y los pensamientos. Mi mente empieza a percibir la realidad, ¡jolines con el viejecito de los discursos! Ahora empiezo a entender porque mi abuela está como ausente muchas veces, recordaba cuando la detuvieron por ser hermana de alguien y lo que la electricidad puede hacer por los senos de una mujer. También entiendo porque no voy nunca a rezar a la tumba de mi abuelo, parece que tras el indulto firmado, el mismo que mi abuelo había ocultado cuando estaban los rojos en el pueblo hace que no se cumpla el indulto y que le ejecuten en una cuneta perdida, el motivo fue que también había ocultado a un rojo cuando estaban los nacionales en el pueblo. También entiendo porque un tío mío que le había tocado en el bando nacional tosía tanto, porque había trabajado en la Cruz del Valle de los Caídos y tenía los pulmones contaminados, porque además a él le había tocado en un bando y a su hermano en el otro y no quería disparar. Fui descubriendo poco a poco la historia de mi familia y fue pasando el tiempo y me di cuenta del momento que se estaba viviendo, era importante pero luego me di cuenta de lo frágil que podía ser todavía. Poco a poco llegó al democracia, pero al principio era como el destape. Como se había estado tanto tiempo rezando y siendo todo tabú, llega la libertad y todo hace que salgan, como una botella de champagne, cantidad de burbujas que hacen que se te suba a la cabeza y seas feliz. Recuerdo una canción de la época: “Libertad, libertad sin ira, guárdate tú miedo y tu ira porque hay libertad”. Esta canción que al principio fue prohibida, al final se hizo famosa en 1976. Eran los comienzos de la democracia, no se sabía si los anteriores se iban a conformar, estas personas si que eran valientes. Se atrevieron a cantarla y a mí me despertaron mi lado más revolucionario. Gracias Jarcha.
Termine la EGB y me marché a otro colegio a hacer el BUP, en pleno Madrid, en la milla de oro como es conocida ahora esa zona. Serrano, Velázquez, Ayala, es un instituto femenino que me recomiendan para salir de la protección que había tenido en el colegio. Un barrio donde la derecha de la época anterior tenía su fortín, donde los loden, castellanos, brillantina, etc., era la indumentaria típica de una juventud típica de otros tiempos. En esos momentos practico las carreras que posteriormente serán mí día a día, puesto que me meto en todos los berenjenales que uno se pueda imaginar. Aquí me persiguen los que quieren que cante una canción de unos antes y que no me obligaron a aprenderme en mi colegio, por lo tanto, salvo las primeras palabras, no me la sabía, pues tocaba correr, la primera que llegaba avisaba al celador y cerraban las puertas en cuanto entraba la última.
Tuvimos constitución, todavía recuerdo la que se metía en los buzones. No puedo todavía votarla, no tengo la edad pero acompaño a mi familia ante ese momento histórico. Para la redacción de la constitución se reunieron unos ponentes de muy diferentes ideas políticas, religiosas, de todo tipo y aunque parezca hoy en día increíble LLEGARON A SACAR EL TEXTO CONSESUADO.
Y así fueron pasando los años y se fue construyendo la democracia. ¿Seguro? ¡Nooo!
Cuando más tranquilos parecía que estábamos, nos encontramos con que algunos no estaban de acuerdo y querían volver años atrás. Y nos llega el 23 de febrero de 1981. Yo ya tenía 19 años recién cumplidos, tuve que dejar de estudiar para ponerme a trabajar e iba contenta a mi trabajo leyendo un libro que ponía “prohibido por la dictadura”, trabajaba cerca de donde había estudiado pero ya nadie me perseguía ni siquiera fantasmas y debía de ser la inocencia de la juventud. Poníamos la radio, teníamos que escuchar lo que pasaba en el congreso. Suarez había dimitido (¿?) y Calvo Sotelo tenía que ser envestido como nuevo presidente de Gobierno. Estábamos expectantes pero sin miedo, era nuevo para la democracia pero ya parecía todo más relajado, se había legalizado hasta el partido comunista, ¿Qué podía pasar si hasta esto se había conseguido? Pues claro que podían pasar cosas, de repente se oyeron disparos, “todos al suelo”, el comentarista empezó a bajar la voz y comentó lo que estaba viendo. Mi jefa se puso a gritar: “¡Quema éste libro! ¿Quieres que nos vayamos todos a la cárcel?”. Nos asomamos a la terraza porque oímos gritos, en todas las ventanas habían sacado las banderas anteriores y estaban cantando. ¡Qué pesaditos con la dichosa canción! Menos mal que ahora nos ponemos protección 50 para ponernos mirando al sol. No hay móviles, el teléfono comunica, consigo hablar con mis padres. “No te muevas hija, te vamos a buscar en el coche”. Mi jefa “quema el libro nos vas a buscar la ruina”. Mi padre ya había llegado, me esperaba abajo, yo estaba en la última planta. Mi jefa me tiró el libro a la cara, lo metí en el bolso y para abajo saludando a los vecinos que me encontraba. Me metí en el coche, íbamos rápido al barrio, aquí es difícil caminar, quería protegerme en mi casa con mi gente. Las piernas temblaban las de una marioneta pero que nadie sujetaba los hilos. Ya había llegado a mi barrio, la gente estaba haciendo hogueras para quemar papeles. El papel que se había conseguido reunir en estos pocos años. Vigilia, nadie se va a la cama, salió el Rey y dijo que todo estaba tranquilo y controlado. Empezaron a salir los militares. Se cantaba, se leían manifiestos, las lágrimas por la cara de todo el mundo pero el orgullo reforzado, nadie nos iba quitar lo que teníamos. Aute saca la canción “al alba”, su amante la libertad. Éramos conscientes de lo que podíamos perder y me salió la Agustina de Aragón que he visto tantas veces en las películas que nos ponían una y otra vez, pero que me hacía entender lo difícil que era dar de comer a la libertad.
Por eso, cuando hoy en día veo y oigo con una ligereza pasmosa cómo se quiere engañar, mentir, cambiar, ocultar, robar, etc., y no hay respeto por todo aquello que muchas personas han llegado a dar su vida por una ideología, me entra una gran tristeza.
- Mejorar, siempre.
- Cambiar para bien, yo la primera.
- Crecer en libertad, para mi generación y futuras.
- Respetar, hasta el infinito. Pero cuidado, tu libertad termina cuando empieza mi libertad.
- Mi mayor libertad son mis pensamientos. No hay que intentar cambiarlos a la fuerza.
- No quiero que me obliguen algo que no quiero escuchar, tengo que tener libre elección.
- Como dijo Machado, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, pero hay que añadir que hay que buscar la senda que haga que tú puedas vivir tu libertad sin terminar con la de los otros.
Celebremos entre todos que tenemos democracia, siempre mejorable, pero no la tiremos al fango, que parece que nos gusta echar por tierra lo que tanto trabajo ha costado, no echemos a perder lo que tenemos que ya bastante complicada es la vida para que la hagamos más difícil.
Aunque si bailamos entre lobos, ¿no será que es por envidia?
Feliz Día de la Democracia
Carmen Ruiz Atienza