Un poco de indignación mezclado con injusticia
Hoy me encuentro un poco indignada, en realidad bastante indignada. Como ya he contado, a lo largo de mi vida he vivido momentos de rebeldía, de lucha contra las normas, sobre todo cuando dichas normas son obligatorias y sin dar ninguna explicación. Las injusticias siempre me han sacado de mis casillas. Ha habido momentos de ir contra corriente por defender unas ideas o pensamientos. Según han pasado los años, en vez de ir relajándome, muy al contrario, ha habido momentos de acrecentarse, aunque me he encontrado con grandes paredes. Pero sigo luchando contra las injusticias y me sigue enervando que no haya medios para quejarse o negarse, o que no haya nadie que te haga caso o que te solucione un problema. Durante las entradas del blog, he contado situaciones que provocan mis indignaciones y seguiré contando muchas más con total seguridad, pero hoy contaré una que me ha pasado estos días y que creo que es la gran demostración de hasta donde llega la locura de ciertas cosas, y así se comprenderá muy bien mi indignación.
Las empresas normalmente públicas, nos piden hacer un montón de estadísticas y nos piden información que tenemos que dar sí o sí. Yo no sé si les toca a todas, lo que yo sí tengo claro es que a mí me han tocado varias, y además con la coletilla de que si no participo en las estadísticas pueden ponerme una multa de entré 3005.07€ hasta 30.050,61€. Fijaros en el detalle de las decenas y los céntimos, no solo no se conforman con poner una multa de mucho dinero, sino que además ponen la puntilla en las decenas y los céntimos. ¿No os parece irónico?
Hasta ahora, hacíamos unas 3 estadísticas para diferentes entes públicos cada año. Y que digo yo, ¿no podrían relacionarse entre ellos y pasarse los datos? Así, nos ahorraríamos todos trabajo. Estamos en el siglo XXI, nos ponen la firma digital para que podamos ahorrar trabajo a la administración y en cambio no hacen unión de datos para no estar repitiendo lo mismo una y otra vez. Bueno, pues estas estadísticas hasta ahora eran una vez al año, costaba un poco porque mínimo hacemos tres, pero era pasable. Lo malo viene cuando recibo una carta de una de ellas comunicándome que necesitan unos datos del mes de septiembre, también con la coletilla de que si no contesto, la multa que tendría que pagar. La carta la recibo cuando estoy haciendo el cierre del IVA, y compruebo que me ponen fecha máxima para la entrega de la cuenta el día 7 del mes siguiente al que me piden. Entiendo que el día 7 de octubre, es decir, la fecha que más o menos me lo mandan. No doy crédito.
Se lo paso a la gestoría. Yo pensaba que había salido ese mes a voleo y mi empresa por lotería. Mi gestora me informa que cree que me lo van a pedir todos los meses y durante cuatro años. No doy crédito a lo que me está diciendo. A los pocos días, recibo la llamada del ente en cuestión, una mujer muy amable que con el tiempo llegaremos a ser íntimas, me comunica lo mismo. Sigo anonada y asombrada, pero con mucho cuidado le pregunto si me puedo quejar a alguien, me dice que no, me recuerda entre risillas la multa. Insisto: “esto es injusto, no puedo estar pendiente del correo mensual y dar unos datos mensualmente. Hacienda lo hace trimestralmente, no es posible. ¿Y cuándo me vaya de vacaciones también?”. Es lo que toca, me dice. Además tengo que darme con un canuto en los dientes, porque para las grandes empresas son todos los meses de todos los años. “Sí, pero ellos son grandes, no soy yo. Además, ya hago la anual”. “Sí, pero te ha tocado” “Pero, ¿por qué?” “Porque quedan pocas empresas y menos van a quedar”. Tenemos que dedicarnos a nuestra empresa y no de estar pendientes de encuestas”
Al final, no hay ningún sitio para quejarse, lo tengo que hacer sí o sí, y no tengo defensa posible. ¿No os parece o injusto?
Esto me ha recordado otra injusticia, que hasta hace poco, era obligatoria también. Se trata del pago a las cámaras de comercio. Teníamos que pagar el IAE y el impuesto de sociedades a ellos sí o sí (aparte de a los Ayuntamientos y el Estado). Todos los años tocaba pagar y ¿para qué? Pues no lo sé, porque digo yo: si quieren socios, que lo paguen los socios, pero no por obligatoriedad porque a día de hoy no sé qué beneficios tenía porque pagaba. Una vez, entré para ver si podía conseguir algo y encima me decía que tenía que pagar también. ¡Pero si ya estaba pagando! Es alucinante.
Igual que, nos recortan de todos los sitios en los presupuestos, pero siguen dando dinero a otros que deberían pagarlo sus socios. Ya sabéis de que y quienes hablo, ¿verdad? Pues que se lo den a la investigación, a las personas que necesitan ayuda, o a los hospitales y que se lo quiten a todos estos entes, que luego encima son los que están todo el tiempo en los telediarios con temas judiciales.
¿Es injusto o no es injusto? Para mi es enervantes ¡Tengo una impotencia por no poder solucionar estos temas!
Carmen Ruiz Atienza
Etiquetas:Carmen Ruiz, entidades públicas, estadísticas, indignación, información