Piedras en el camino
Sigo con los recuerdos de aquellos años en que todo era nuevo y te producía una mezcla de inseguridad y temor, y que ahora tiene una frase para definirlo: salir de la zona confort. Es como el humorista que actualmente busca todos esos significados huérfanos de significantes para asignarles una palabra. ¿No os pasa a vosotros también? Yo tengo un problema con esto. Soy única para cambiar refranes, palabras, significados, etc., Me los invento, pero creo que es debido a mi etapa revolucionaria. No estoy de acuerdo con algunas palabras y me hago una rebelde mental, y además, me gustaría ser tan ocurrente como el humorista que hago referencia y que seguro que todo el mundo conoce.
Ahora que acabo de hablar de mi etapa revolucionaria, recuerdo a mi personal cuando se ríe y les cuento mis canciones según mis etapas. Todo el mundo a lo largo de su vida, pasa por diferentes etapas. Todas ellas están claramente relacionadas con canciones y/o hechos históricos, aunque sea para uno mismo. Yo he tenido varias etapas, muchas.
Una vez pasada la etapa de que nadie nos conocía, que empezamos a demostrar lo que podíamos conseguir y la crisis se marchó, empezamos a crecer y a crecer y a crecer.
En el año 1999, compramos una nave, la anterior estaba en alquiler. Nos trasladamos en julio-agosto de dicho año, aunque, tuvimos un robo total en junio de ese mismo año para despedirnos de la anterior nave. Este robo fue gracioso, aunque lo digo irónicamente como es lógico, debido al sufrimiento producido. Yo llevaba meses separada aunque seguimos trabajando juntos hasta el 2004, momento de la separación definitiva de las sociedades y por lo tanto, de las delegaciones. El día de San Antonio, santo de él, lo estábamos celebrando en su nueva casa. Un vecino me llamó para decirme que la puerta de la nave estaba abierta y que creía que nos habían robado. En esos momentos, yo tenía una furgoneta Nissan Serena para toda la familia. Cogí a mis padres, hermanos, sobrinos e hija, y todos en la furgoneta a toda velocidad para ir a la nave. La verdad es que intentaba no ir nerviosa y sobre todo, tenía que demostrar tranquilidad y cara de que no pasaba nada para no asustar a los que estaban dentro del coche. En San Sebastián de los Reyes hay una zona en la que cada pocos metros hay badenes, que además ahora han dado orden de rebajarlos, pero en aquel momento estaban súper altos. Como los pasaba a un poco más de la velocidad permitida (espero que ya esté prescrito o que no lea esto la Guardia Civil) cuando pasábamos por los badenes, se producían unos saltos, que uno de mis sobrinos aprovechó para querer hacer de superman y paso del final de la furgoneta hasta casi a mi lado, donde le frene. La furgoneta tenía dos asientos al final y luego un pasillo con dos asientos movibles, y al final la conductora y el acompañante. En total 6 plazas. Lo explico para conseguir que podáis visualizar el momento.
Hablando de los famosos badenes de Sanse, en otro coche hizo que del golpe se estropeara el carter del coche, iba a una reunión de central, pasaba a buscar a una persona y, ¡zas!, noté un pequeño golpe en el bajo del coche. Llegué a buscar a la persona, llegué también a la reunión, pero cuando salí de ella, tenía todo el aceite en la acera del coche y sin locomoción posible. A esperar a la grúa. Otra anécdota.
Sigamos con el robo. Cuando llegué a la nave, me estaba esperando la policía. Me hablaron de muchas cosas, pero yo solo veía la nave VACÍA, totalmente vacía. No habían dejado nada o casi nada. Una pantalla, una CPU, alguna silla, mesa y la correa de mi cámara de fotos. Lo de mi cámara de fotos es gracioso, quería tener un recuerdo de la nave antigua y además hacer unas fotos de la nueva, y tenía la cámara de fotos en la nave. Se llevaron mis recuerdos y no tengo fotos de nada de lo que quería, porque se me quitaron las ganas durante un tiempo. Pero, ¿por qué me dejaron la correa? ¿Para que nunca me olvidara de esto? Recuerdo que, además, me dejaron una cajita pequeña vacía, pero como venía del extranjero venía con una factura, que gracias a Dios, nos sirvió porque al comunicárselo al cliente al principio tenía un valor enorme, pero luego cuando le enseñamos la caja se dio cuenta que era una pequeña “tuerca”.
Nos robaron en el fin de semana, por lo cual pudimos notificar a Nacex el lunes lo que nos estaba pasando. Lógicamente, no se podía hacer nada porque no teníamos ordenadores. Se hizo todo manualmente hasta el final, que nos llevamos los paquetes a la plataforma de Madrid y ahí tecleamos todo. Al mismo tiempo, estaba coordinando la llegada de un informático desde Barcelona para ponernos el servidor y los ordenadores. Estando en la plataforma tecleando sentada en una gran caja, me avisaron que el informático estaba en Madrid. Le fui a buscar al aeropuerto y nos marchamos a la nave, pero faltaban los ordenadores y el servidor. ¿Dónde estaban? Pues eran los asientos que teníamos en la plataforma. Fuimos a por ellos y estuvimos toda la noche en vela para arreglarlo todo. El pobre informático se vino a mi casa para dormir un poco y vuelta a empezar para la oficina. Y se arregló. ¿Veis cómo entre todos superábamos rápidamente los obstáculos?
Por desgracia, también nos robaron el fax. Por aquel entonces, el fax era lo que hoy es el Whatsapp, aunque parezca mentira. Las notificaciones de los envíos a Canarias, por ejemplo, se hacían por fax (bueno, hasta se hace ahora), y como ese lunes, avisamos de lo que nos estaba pasando, resulta que el martes, una delegación de Canarias dijo que nos había pedido la recogida por fax y que no se lo habíamos hecho. Al explicar lo que estaba pasando, dijo que era urgente y que me las apañara. Con mucho cariño un mensajero mío cogió el paquete, le metimos en un vuelo rumbo a las Islas, y allí que se marchó a hacer la entrega. No mucho más tarde (por desgracia no le dejamos estar mucho tiempo disfrutando del buen tiempo y tuvo un poco de tiempo de relax), vuelta para la península.
Todo esto ha servido para que, ahora, en nuestra Intranet tengamos continuamente información de todo lo que les ocurre a las agencias que no tienen fax, que no tienen teléfono, etc., Además, ahora, todo lo hacemos por ordenador y tenemos el tiempo que hay que contestar a una recogida. Por lo tanto, si vemos que no se lee, es que algo ha pasado, y podemos arreglar el problema antes de que el mal sea mayor. ¡Qué bien me hubiera venido esto a mí en ese momento!
Lo que es importante es que, al mismo tiempo que estábamos con el robo, se estaba preparando la nueva nave con coordinación telefónica, obras, licencias, etc. Luego Dios ahoga, pero no mata, aunque algunas veces lo he dudado.
Otro de los momentos más difíciles es cuando hay que despedir a las personas.
Es gracioso. Primero, tuve que aprender a preparar entrevistas para conseguir trabajo, luego a hacer exámenes para opositar, y ahora, era yo la que estaba en el otro lado de la mesa para hacer las entrevistas y saber si era la persona que nos interesaba en esos momentos. Pero, creo que esto lo dejaré para otra entrada dedicada a ello.
Y ya vale por hoy de piedras en el camino, siempre hay que mirar lo positivo y la fuerza que nos da todo lo que vivimos.
Carmen Ruiz Atienza
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