Y se nos jubiló Pepe

Escrito por Liberación 2000. Posteado en El Blog de Carmen

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Hemos tenido bodas, bautizos, cumpleaños, funerales pero también hemos tenido una jubilación, la de Pepe, el abuelo de Liberación 2000. Pepe era un conductor de la 2801, muy responsable, educado en una época muy diferente a la nuestra, daba gusto ver su letra, la que le enseñaron de pequeño, bien hecha, se entendía perfectamente, daba gusto ver sus albaranes. Como empezó casi desde el principio, estuvo más tiempo con los albaranes auto-copiativos que con la PDA y se le entendía perfectamente todo lo que escribía.

Cuando pasamos a las PDAs, fue al primero que le hice que lo probara, si Pepe era capaz de aprender y de hacerlo bien, los demás lo tenían que hacer, como mínimo, igual que él; y no porque pensara que no era listo, muy al contrario, sino porque la edad hace que nuestro rendimiento sea cada día más lento y peor, -eso lo empiezo a notar yo misma-. Hubo una doctora que me dijo una vez: “A la naturaleza cuando les somos útiles nos cuida, pero cuando ya no le servimos nos abandona y nuestro cuerpo empieza a estropearse”. Y que verdad es. En las mujeres empiezan a abandonarnos cuando dejamos de ser fértiles y a los hombres no lo tengo muy claro, habría que recordar el momento en que son útiles, pero ahora mismo prefiero seguir con el relato de Pepe. Sus neuronas estaban más desgastadas que las de otros conductores más jóvenes, en teoría, aunque algunas veces tengo mis dudas. Pero, superó con nota la prueba, si es verdad que a lo largo de los años estuvo siempre listo para todos los cambios, pero hablar de nuevas tecnologías era otro cantar, pero sin problemas, lo hizo perfectamente, cómo todo lo que hace.

Pepe tenía la ruta de los pueblos de la Sierra. Se iba por la mañana y volvía a última hora con todo perfecto. En la Sierra hay pueblos muy pequeños y se conocía si el alcalde estaba arando tierra o era hora del desayuno, o si era el alcalde de varios pequeños municipios y donde lo podría buscar. Siempre venía con todo perfecto y entregado.

Cuando se acercaba el año de su jubilación me lo iba diciendo, y yo le decía ya hablaremos, no quería ni pensarlo. Yo sabía que le vendría bien descansar, había trabajado mucho en su vida y si seguía era para ayudar a sus hijos, porque él estaba siempre ahí ayudando a sus hijos, ahora que está jubilado pues se dedica a sus nietos.

Pero, llegó el día que se tuvo que pensar que se acercaba el momento, había que reorganizar las rutas, mensajero nuevo, etc., etc. Y sobre todo hacernos a la idea que él ya no trabajaría con nosotros. También tuvimos que ir pensando en la fiesta que le teníamos que dar para que su despedida no la olvidasemos ni él ni nosotros, y empezamos a idear lo que luego se hizo realidad.

Lo primero que necesitábamos era una cómplice y elegimos a su mujer Carmen. Nos dividimos en dos partes. Por un lado, estaba yo como empresa y lo que pensaba hacer y los regalos, y por otra los chicos que también hicieron regalos, por eso, fue muy importante la ayuda de Carmen y de su hija.

Casi al principio de entrar a trabajar me enseñó una foto pequeñita dónde se le veía a él disfrazado de una oruga verde, me la regaló y yo me la guardé con mucho cariño. Pasados unos años, y unos meses antes de que se jubilara, me la pidió y yo le tuve que decir que la había perdido, -mentira cochina-, lo que pasaba es que nos estaban preparando unas camisetas a todos con esa fotografía y por detrás estaban los nombres de todos los componentes de Liberación 2000. Pero, tuve que poner la cara más triste que pude y decirle que lo había perdido y que lo sentía mucho. Pobre, se le quedó una cara que por dentro debía de pensar en toda mi familia, pero al fin y acabo, Santa Rita, Rita, lo que se da no se tira y yo le añadí no se devuelve. Se lo creyó sin problemas.

También yo había visto en una película que hacían recortables de fotos con el tamaño real y pensé que eso también se lo íbamos a hacer. Empecé a pedirle fotos como si estuviera entregando un paquete. Él preguntaba para qué queríamos tantas fotos y nosotros diciendo que para tenerlo de recuerdo. Para disimular nos hicimos fotos con él todos o casi todos, pero lo que importaba es la foto con el paquete y la PDA. Lo gracioso de todo es que unos días antes de su fiesta sorpresa llegó el recortable a tamaño real, que a partir de ahora le llamaremos el Mini-yo de Pepe. Lo dejamos a la entrada hasta que decidiéramos adonde lo dejábamos, y los clientes al entrar se pegaban un susto o le preguntaba algo porque parecía real cien por cien. Lo malo fue que entre las risas y todo, nos avisaron que llegaba Pepe y tuvimos que subir su mini-yo deprisa a la primera planta y conseguimos que no se diera cuenta.

Bueno, la verdad es que en ningún momento se dio cuenta de nada, llegaron las camisetas, las teníamos también en la planta de arriba para que la gente se llevara su talla, teníamos el mini-yo, estuvimos mirando una placa conmemorativa, maletas, regalo de un balneario, reloj típico de jubilación, etc., etc., y también regalos de broma como una carpeta azul para cuando fuera a visitar las obras una vez jubilado y un juego de petanca de juguete, y más cosas que no me acuerdo. En ningún momento se mosqueó de la revolución que estábamos teniendo en la oficina, empezamos por el mes de noviembre o diciembre a planificar todo y no se percató de nada.

Según se acercaba la fecha, me imagino yo que estaría pensando que muy poca vergüenza teníamos todos, porque si hablaba del tema yo no quería escuchar y me marchaba, y sus compañeros pasaban de decir nada, por lo tanto, pensaría que esta gente no iba ni a poner unas patatas fritas en la nave para despedirle, pero así fue, no hicimos nada y él no se daba cuenta de todo el movimiento.

Ya llegada la fecha, le comenté que quería quedar con él y su mujer para comer un día con ellos, le pareció bien, quedamos en la nave y les subí a mi coche, no sabía dónde íbamos a ir, pero les estuve hablando hasta que llegamos a Ajalvir, había avisado cuando les metí en el coche para que estuvieran preparados, pero cuando llegue a Ajalvir vi a unos cuantos por la zona, tuve que avisar sin que se diera cuenta Pepe. Él preguntaba que dónde íbamos, pero yo seguía despistando, hasta que ya no pude seguir haciéndolo porque me metí en un camino de tierra dónde no había ni casas, sólo campo, no quiero ni pensar lo que en esos momentos podía imaginarse él, su mujer lo sabía todo por lo que estaba tranquila. Llegado a un punto, dónde se veía una finca a lo lejos, paré el coche y le puse un antifaz, hay madre, aquí ya las piernas nos temblaban a todos. Con los ojos tapados, llegué a la finca de la zona que, además de comer, tienen una plaza de toros para capeas y luego se puede tomar copas, y que casualmente lo regenta un veterinario Cipriano que le conocía yo por mi anterior trabajo en el Centro de Salud Pública. Pues con los ojos tapados vamos llegando a la entrada del restaurante, le saco del coche con los ojos tapados y a mí me dan mi camiseta. Tanto la mujer como yo que podíamos ver, al entrar y ver a todos con las camisetas puestas se nos nublaron los ojos, pero el momento llegó cuando le destape sus ojos y vio a todos sus compañeros con la camiseta de la foto que él me había pedido, ¡Como la iba a perder Pepe!, fue precioso. Le enseñamos su mini-yo, se hizo un montón de fotos con él. Empezamos a comer, se le dio muchos más regalos, estaba feliz y contento, a su mujer también le tocó algún que otro regalo sólo para ella. Todos estábamos muy contentos y felices.

Después hicimos una capea con las vaquillas, fue muy divertido y luego tocó baile y copas, terminamos a las tantas de la madrugada. Pero lo pasamos genial, recuerdo todavía la cara de felicidad de Pepe y de Carmen, felicidad y sorpresa, porque no se lo había imaginado. Aunque le había extrañado que nadie le hiciera nada, estaba resignado, pero se encontró con todo lo contrario. No podía ser menos Pepe, todos te adoramos y sabes que sigues siendo parte de Liberación. Y aunque ha pasado ya años desde que te jubilaste (2009), seguimos contando con él para la lotería, cenas, etc., y nos viene a visitar y hablamos, siempre que sus nietos le dejan, claro.

Fue un día que lo recordamos en muchos momentos, y como se acerca su cumpleaños, el 3 de marzo, aprovecho para escribir de él. Pepe sabes que te quiero y que te queremos mucho y que te has jubilado pero no dentro de nuestros corazones. Además aprovecho para felicitarte en tu cumpleaños.

Carmen Ruiz Atienza

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