Archiv para 2014
Cuento Liberación 2000 – Día Internacional del Libro Infantil
Raíces
Ha llegado abril, y este mes además de lo que dicen los refranes, como por ejemplo:
- Abril aguas mil y todas caben en un barril
- Marzo ventoso, abril lluvioso hace de mayo florido y hermoso
- Si quieres saber cuándo es abril, la golondrina te lo vendrá a decir
- Abril sin granizar, ni se vio ni se verá
Así podría seguir porque si algo es genuino español es nuestro amplio refranero, que como bien sabe mi personal, yo los estropeo todos o los combino según mi gusto, pero cuando escribo no hay nada como buscar en Google.
Para mí, abril también es el mes que está justo en el medio del mes anterior -marzo-, que se celebra el Día del Padre y el mes posterior -mayo-, que se celebra el Día de la Madre.
Y además, abril es el mes que mis progenitores cumplen años, el 1 y el 10 de abril. Muchos años, pero gracias a Dios vivos. Soy una privilegiada, puesto que puedo disfrutar de ellos ya con una edad avanzada y casi sin achaques, están fuertes y sanos como los robles. Yo pienso que la generación de la post-guerra no se debieron de alimentar bien y pasaron por muchas penalidades, pero los han hecho que lleguen a unas edades impensables hace años. Si bien debe de ser un poco de genética, puesto que mis abuelas también llegaron a unas edades avanzadas y sin enfermedades. Espero que me llegue algo a mí de su herencia.
Mi madre ha sido durante toda la vida ama de casa y mi padre mecánico hidráulico. Esto me recuerda una anécdota de mi padre de cuando trabajaba. Le mandaron a Yemen a arreglar una máquina, y como es muy gracioso y le sale la vena andaluza de Jaén -que tengo que decir que es poca porque con pocos meses de vida le trajeron a Madrid-, pues en el aeropuerto de Madrid recién aterrizado de esos lugares, le preguntaron que si tenía algo que declarar y él tranquilamente contesto: “Sí, traigo una bomba”, rifles en mano le rodearon, y con el susto en el cuerpo pudo decir con hilo de voz: “una bomba hidráulica”. ¡Madre mía!, se libró por poco, teniendo en cuenta que todavía no había llegado la democracia.
Como creo que ya he contado, mi padre muy joven se quedó en el paro y ya nunca más volvió a trabajar, porque estuvo unos días en un sitio, pero se cayó de una grúa y ya nada más, por eso, espero que las personas de más de 50 años que están ahora en el paro no tengan el mismo problema que mi padre y encuentren trabajo, porque lo tienen difícil. Se potencia y se habla del paro juvenil, pero no se hace nada con todas esas personas mayores y que no son tan mayores, que lo van a tener difícil encontrar otro puesto de trabajo y que les va a costar mucho reciclarse puesto que sus obligaciones y su cabeza no están para muchos cambios. Están haciendo un anuncio diciendo que los jóvenes dan frescura a las empresas, nuevas ideas, etc., y yo estoy de acuerdo, pero las personas no tan jóvenes dan experiencia, lenguaje, etc. y también es importante para una empresa. No nos olvidemos, porque yo he vivido la situación de que el hombre de la casa no traía nada de dinero, cuando había empezado a trabajar siendo un niño abriendo las puertas de los taxis, luego llevando como aprendiz una caja de herramientas que era más grande que él mismo, y así hasta ir consiguiendo un bienestar para su familia. Todo se vio trucado con un despido y vio como sus hijas tenían que trabajar incluso dejando los estudios para que en casa entrara algo de dinero. En algún momento temí por su vida viendo cómo se asomaba al balcón de la casa.
Mi madre ama de casa, dando a luz 4 hijos. El primero con complicaciones, sietemesino, y alumbrando en el hospital. Al año, en una Navidad, murió. A mi madre este hecho le marcó para toda la vida y los años posteriores no fueron muy alegres para ella.
Después tuvo 3 hijas, pero las tuvo en casa, con una matrona. Como eran las mujeres en aquella época. En mi caso la matrona se asustó puesto que nací con una larga mata de pelo negra y los ojos abiertos, de color claro, y que hoy en día siguen siendo igual. Yo creo que ya nací con los ojos así porque ya tenía ganas de comerme el mundo y absorber todos los conocimientos posibles. En la foto que pongo en el blog, yo estoy en brazos de mi madre con los ojos abiertos, y eso que era pequeña, y mi padre sujeta a mi hermana mediana.
Hay un anuncio de hace un añito creo que me hacía mucha gracia porque creo que refleja la realidad entre padres e hijos. Son una pareja de enamorados que se les ve en un coche, disfrutando de la vida, se casan y tienen hijos, y luego se ve al hijo disfrutando con su novia y cuando van a la casa de los padres, en la puerta, dice algo así como: “Prometeme que nunca seremos como tus padres”. Esto ocurre se nos olvida que nuestros padres han tenido vida aparte de criar y educar hijos. Y por supuesto nuestros padres en el momento que son padres son ángeles divinos, es decir, no tienen sexo ninguno y menos practicarlo, eso parece de uso exclusivo para los jóvenes hijos.
Y esa es la realidad, pero cuando nos hacemos padres nos damos cuenta del sufrimiento y las alegrías que se tiene al tener hijos. Y entonces ya no son ángeles simplemente los elevas a los altares y les da las gracias por todo lo que han hecho por ti. Mi padre es muy goloso, no hay mejor regalo para él que regalarle lenguas de gato, pues cuando yo era pequeña el día que había chocolate en casa era fiesta nacional y veía como mi padre se quedaba sin su cacho para repartirlo entre nosotras. Eso es amor verdadero.
También cuando yo di a luz a mi hija, me di cuenta del sufrimiento que había tenido mi madre anteriormente y que además repitió 4 veces, una heroína y además en casa.
Yo que di a luz a Laura en el Hospital La Paz, un 2 de julio, lloviendo y con frío, aunque parezca mentira. Sin epidural, como mi madre, todo un día de sufrimiento, con un goteo, un aumento de goteo, 2 paradas de corazón, un costurón enorme que el que me cosía al preguntarle si le quedaba mucho me contestó que es que le gustaba coser muy juntitos y que quedaba para un rato. Teniendo en cuenta que sólo me había puesto un poco de anestesia para cortar y le costó salir, siempre rebelde, cuando me estaban cosiendo ya no me quedaba nada de dicha anestesia.
Laura fue rebelde hasta en esos momentos, siguió su criterio. Al principio de la dilatación estaba abajo pero no dilataba, a las horas y cuando empezaron a pensar que a lo mejor me hacían una cirugía, resulta que la rebelde se subió hasta la boca del estómago, que saliera otra que ella estaba más a gusto dentro. Ahí fue la primera parada de corazón, yo perdí el conocimiento por el agotamiento y no le daba bastante oxígeno, me despertó las alarmas y me dio tiempo suficiente para ver una gran jeringuilla que iba directa a mi tripa. Gracias a que me desperté y empezó a latir el corazón de mi niña. Del susto ella se subió para el estómago pero yo no podía huir hacia ningún lado, aunque ganas me daba. Me llevaron al paritorio, y llamaron a un fulano que era muy grande para conseguir que la niña bajara del estómago, nada de nada, seguía sin bajar y por lo tanto sin salir. En esto que deciden que venga mengano, yo cuando le vi entrar en la habitación se me cayó todo lo que se me podía caer al suelo, era el humano 4×4 más grande que yo había visto, puso su brazo en mi estómago y contaron hasta tres. La comadrona se preparó como en un partido de rugby. Lanzó el brazo por mi tripa, me miró y me dijo tiene que salir ahora, aprieta, se le ha parado el corazón otra vez, y zass, la niña salió disparada, se la llevaron corriendo para reanimarla, la oí llorar, la lavaron y me la dieron. Yo la miraba diciendo que raro es todo, llevas dentro de mí nueves meses y tenía ganas de verte la carita, preciosa, morena y con grandes ojos, aunque ya se veía que no iban a ser claros.
Mi familia estaban esperando a verme, vi a mis padres y llegué a entenderlos mucho más y desde entonces les quiero con locura y olvido si hubo algo negativo porque me dieron lo más importante que es la vida y tener la oportunidad de dársela a mi hija.
Cuando tienes hijos te das cuenta de lo difícil que es acertar y además no vienen con el manual de instrucciones, por lo tanto, solo te vale escuchar lo que tu madre te indica y la propia experiencia.
Esto me recuerda que las mujeres somos como los hombres con la mili, cuando se reúne un grupo de hombres que hayan hecho la mili, ya son horas y horas escuchando sus hazañas.
Las mujeres no suele ser un tema que se hable mucho, salvo que haya una embarazada por medio y todas te cuentan cómo fue su parto y a cual peor. No te creas que te lo dicen cuando ya has dado a luz, no, te lo dicen durante esos 9 meses de embarazo por lo que tienes muchas historias que recordar durante un largo periodo de tiempo. Una vez que no hay embarazadas o recién parturientas, no se vuelve a hablar del tema. Es gracioso. Y además odio el comentario de “que sólo sea un par de horitas”, es como los cuentos que nos leen cuando somos pequeñas y tienen al príncipe azul y claro luego creces lo vas a buscar y el príncipe se ha vuelto sapo, el cuento estaba equivocado. Pues no son un par de horitas, son muchas horitas.
En fin, para mis padres hago esta entrada del blog, la vida no es sólo trabajo, también es mucho amor y ternura y es lo que me sale dar a mis padres. Y además quiero disfrutar de ellos todo lo que pueda, porque el reloj ya va corriendo muy rápidamente, aunque como hablamos ayer, mi madre es mayor que la Duquesa de Alba, pero está cien veces mejor de salud que ella.
Gracias papis, os adoro.
Carmen Ruiz Atienza
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11-M
Se cumplen 10 años de uno de los episodios más tristes que han ocurrido en Madrid. Todo el mundo nos podemos preguntar: ¿dónde estábamos ese día?. Un día muy, que muy largo.
Yo estaba preparándome para ir al trabajo cuando recibí una llamada de una compañera de Barcelona, una tocaya mía de nombre, acababa de oír la noticia por la radio y rápidamente me llamó para saber si estaba sana y salva. Todavía no había visto las noticias y yo no sabía nada de lo que había ocurrido. Me lo explicó y según hablaba con ella me fui a la televisión para ver las noticias. Me tuve que sentar, ya no podía hablar con mi amiga, solo veía a los heridos, el susto, el terror de las personas. Me puse a llorar, me ahogaba la angustia. El teléfono seguía sonando, todos preguntando si estaba bien, si yo estaba bien, vivo y trabajo lejos de Atocha. Pero, de repente, la cabeza empieza a trabajar, ¿alguno de mis chicos tienen que venir desde allí? No, creo que no, pero hay que preguntar. ¿Alguno de mis amistades pueden haber cogido el coche? Pues puede ser, empezamos a llamar, las líneas están colapsadas y yo seguía mirando la televisión.
Recibo otra llamada, es de mi comercial Jesús. En una convención de ventas habían realizado una yincana y le habían dado un golpe en la nariz y se la habían roto, y justo el día anterior del atentado le habían operado. Cuando ocurrió les dijeron a todos los enfermos que todos aquellos que pudieran andar y no era grave les daban el alta rápidamente porque necesitaban las camas para los heridos. Me llamaba para avisarme de que se cogía un taxi y salía del hospital. Así estaban las cosas, todos los hospitales se estaban preparando para la avalancha que luego llegó. Dos meses después, Jesús falleció en un accidente de moto, ¡qué desagradable es la vida!.
Termino de prepararme, salgo para el trabajo, miro a mi alrededor y todo el mundo está con la cara sombría, tristes, empiezo a ver crespones negros por todas las partes, es triste pero a la vez emocionante. Compruebo como los madrileños una vez más son solidarios y cómo ante una tragedia, todos están para apoyar. Recuerdo que los Hospitales y la Cruz Roja que al principio pidieron sangre tuvieron que poner un anuncio de que de momento se parara de donar, puesto que no daban abasto con tanta sangre, la cola de los donantes daban la vuelta a las calles. Igual que hace poco en el accidente de tren en Galicia todo los habitantes del pueblo salieron ayudar, aquí toda una ciudad estuvo codo a codo con lo que hiciera falta. Los españoles somos así. Conseguí llegar a la oficina, todos tenían la mirada triste e intentando llamar a familiares, amigos, conocidos, todos estaban siendo buscados. Al final, parecía que no teníamos ningún caso cercano. Todas las delegaciones Nacex de España nos llamaban para preguntarnos, para darnos ánimos, para intentar ayudarnos en lo que pudieran. Pusimos un crespón negro en la ventana, a las 12 salimos a la calle para hacer un minuto de silencio, nos juntamos todos los vecinos en el mismo sitio, vimos a los coches parando para salir del mismo y también hacer el minuto de silencio, el vello del cuerpo se ponía de punta, ¡qué silencio! Y luego los aplausos. No hay palabras suficientes en mi vocabulario para definir lo que en esos momentos se sentía.
El crespón negro, tengo que decirlo, que lo he tenido hasta el año pasado en la ventana, hasta que la renovación de la nave se lo llevó por delante.
En todas las ventanas de casas y oficinas estaba el crespón negro, en todas las televisiones pusieron dicho crespón, yo pedí que también se pusiera una noticia en nuestra Intranet, pero sólo se llegó a poner por la tarde (16:45h) y porque una empleada de Logista fue víctima del atentado. En cambio, recuerdo que cuando el atentado de Londres se colgó rápidamente la noticia para informar del atentado y para decir que las entregas se harían más tarde si se podían hacer, cosa que en el atentado de Madrid ni siquiera se puso nada de eso. Es algo que lo tengo grabado en mi cabeza, porque hice muchas llamadas para que se pusieran el crespón y colgaran la noticia porque además en esas fechas era Directora Regional de la zona centro. La verdad es que tuve un comienzo poco feliz y poco exitoso sobre todo ese día.
La hora en que se hizo el atentado fue pensada para hacer el mayor daño posible, más gente herida y más gente muerta. Personas humildes que se dirigían a sus trabajos o a sus estudios. Personas que vivían a las afueras de Madrid, que tenían que madrugar mucho para cumplir con sus obligaciones, con hijos, padres, hermanos, maridos, novios, abuelos, con todo un futuro por vivir y con un presente que se iba a ver trucado por las dichosas ideologías y la falta de respeto hacia las vidas de los demás.
Fallecieron 191 personas y 1858 resultaron heridas.
- Yo no voy a entrar aquí en ideologías, ninguna religión tiene derecho a matar a nadie.
- Tampoco voy a hablar del descontrol que hubo al principio sobre la auditoría de los atentados, nadie tiene derecho a matar a nadie.
- Tampoco voy a hablar de que a los pocos días había elecciones y los políticos utilizaron este tema para conseguir más votos, nadie tiene derecho a matar a nadie.
Sólo quiero hacer un recuerdo a éstas personas que se habían levantado como cualquier otro día pero que por culpa de la sinrazón, no pudieron terminar el día porque estaban en el Ifema junto a un montón de cadáveres más intentando sus familiares reconocerles y rezando que no estuvieran en ese sitio y que la lista estuviera equivocada y que su familiar estuviera en un hospital sin identificar todavía pero vivo.
Y el recuerdo también a todas esas personas heridas que seguro que al día de hoy siguen soñando con esa fatídica fecha.
Y también al resto de los españoles que sufrimos viendo esas imágenes y esos relatos como si las vísceras nos las estuvieran comiendo lobos hambrientos.
¡Ojalá no vuelva a vivir una situación igual! Pero por desgracia pienso que no será posible, puesto que las personas humanas son demasiados retorcidas.
Al día siguiente, hubo varias manifestaciones silenciosas y también más minutos de silencio, hasta hoy al recordármelo se me ponen los pelos de punta.
Ya he contado cómo viví ese momento. Y tú, ¿dónde estabas?
Carmen Ruiz Atienza