Siempre que se empieza un año hay que hacer reflexiones y estudios para sacar partido de las experiencias pasadas y coger fuerzas para superar y crecer durante los años que nos tienen que llegar. Cuando tienes un negocio, no sólo piensas en el presente, hay que asimilar que lo conseguido hasta este instante tiene que mejorarse lo suficiente para durar muchos años más.
Y es que es importante valorar que todo lo que se hace, tanto de manera acertada como desacertada, repercute en todas las familias que componen la empresa; hablamos de una gran responsabilidad, ya que no sólo está en juego el futuro del empresario, sino el de todo el personal que tiene contratado.
Pero cuando estamos en una red de franquicias, encima no sólo dependes de ti mismo, sino de todos aquellos compañeros franquiciados y sobre todo, del dueño de la marca y estructura; del señor franquiciador, Don Franquiciador, dueño y amo del futuro de todos los integrantes de la red. Dependemos de su buen hacer, de su sabiduría, de su don de comunicación, de su saber escuchar, de su saber asimilar críticas, de su saberse rodear de los mejores y de saber diferenciar a los trepas y a los pelotas…
No voy a seguir por este camino porque no quiero meterme en un jardín de espinas, que a veces todo puede malinterpretarse de forma muy rápida… En esta santa casa, merece mención decir, todo se dice desde el lado positivo.
Claro que, y si bien no depende solo de mi, sí tengo que pensar hacia a dónde va el transporte. Y cada vez me resulta más difícil poner una meta, debo decir. La tecnología nos podrá ayudar, pero como siempre digo, mientras que no descubran la forma de hacer aparecer y desaparecer una materia en otro lugar, el mundo todavía nos necesitará. Aunque se puede pensar en los drones, todavía no se ha conseguido que transporten grandes paquetes y pesos, aunque seguro que el tiempo lo solucionará.
Recuerdo unos dibujos animados de cuando era pequeña, en los que una nave espacial llamaba a la casa de un receptor y entregaba el paquete. Todavía, no obstante, ese momento no ha llegado.
No estoy segura de que la guerra de los precios entre las empresas de transporte se haya terminado… Posiblemente, cuando la sospecha del advenimiento de una nueva crisis sobrevuele nuestras cabezas de nuevo, volvamos a escuchar tambores de guerra que nos alerten de la llegada de tensiones y negociaciones.
Pero no nos olvidemos que aquel que negocia con nosotros pidiendo menos precio es el mismo que pide en su trabajo más salario, más tiempo libre para estar con sus hijos y para dedicarse a su ocio, más comodidad, etc. Claro que, cuando negocia con nosotros, ahí sí que es inflexible. Inflexible en cuanto a horarios de recogida, de entrega, inflexible en el precio… ¡Qué injusto! Qué injusto este doble rasero. No queremos lo mismo para los demás que para uno mismo. Y es que, si quisiéramos lo mismo, ¿no sería todo mucho mejor? Bueno, ya estoy en mi utópico mundo de Yupi.
Por cierto, no quiero dejar pasar esta oportunidad para aplaudir la actitud de Alejandro Sanz ante el “posible maltrato” a una persona, porque tengo que decir muy alto, que me da lo mismo que sea hombre, mujer, niño o animal, si todos los que vemos un maltrato hiciéramos lo mismo, posiblemente otro gallo cantaría.
A todos aquellos valientes que son capaces de enfrentarse a todo tipo de realidades, gracias, gracias de parte del universo.
Creo que hoy sí que he conseguido ser escueta en la entrada, tal y como me dice mi hija: “¡No seas cansina!”.