Un país con agua es un país rico
Esta es la continuación de la frase que decía mi guía gallego mientras conocíamos la Selva Negra, las Cataratas del Rin y La Alsacia, y el fin de la historia de mis mini-vacaciones.
Un país con árboles es un país rico, un país con agua es un país rico. Durante todo el camino, nos lo estuvo diciendo junto con un montón de chistes que no recuerdo, primero, porque soy mala para recordar chistes aunque me gusten, y segundo, porque yo utilizaba el autocar para recuperarme de las noches en ese maravilloso hotel de 4 estrellas y las largas marchas por calles empedradas. Algunas veces, ni siquiera eran chistes sino frases que había oído en algún sitio que visitábamos. Recuerdo que estando dentro de la Catedral de Estrasburgo y estando esperando a que el reloj astronómico comenzara su repiqueteo (pase que era exclusivo para nosotros, pero que se colaron algunas personas), oyó como estas personas decían que se quedaban a ver el reloj “gastronómico”. La verdad es que, a mí también me parece importante saber todas las palabras que en tu cabeza saben el significado, pero que la lengua se empeña a cambiarlas por otras parecidas, y por eso, agradezco las nuevas tecnologías porque puedo buscar los significados y la historia en la Wikipedia (aunque algunas veces también se equivoca, me han dicho). En mi caso, soy de una especie única para cambiar refranes, dichos, palabros, etc.
Nuestro guía gallego se llama “Anntttonio”, lo escribo así pero vosotros imaginaros como llama Melanie Griffith a Antonio Banderas. Era el guía que nos acompañó desde el aeropuerto de Madrid hasta la llegada al mismo aeropuerto. Tenía un problema con los brazos, más cortos pero el jodido tenía unas piernas largas con grandes zancadas. ¿Habéis visto el anuncio de dos perros, uno grande y lentamente caminando y el pequeño yendo muy rápido para ir a la par?, pues así éramos el grupo siguiendo al guía, pero era imposible ir a su lado, por lo que se hizo una cuerda con seres humanos que intentábamos no perder al anterior a nosotros. Digo que se intentaba porque en cuanto hacías una foto había problemas. Recuerdo una vez que me pasó a mí, al mirar para adelante me puse a seguir a un grupo, de repente, oí gritos por detrás, me estaban llamando, se habían metido en una galería y no me había dado cuenta. El otro grupo eran rusos y no me entendían nada de nada.
De vez en cuando mi guía se daba cuenta que estaba solo y volvía a buscarnos. Cuando sabíamos que éramos los últimos de la cola y adelantábamos a alguien le avisábamos “eres la ultima/último” ten cuidado.
En otra ocasión, delante de otra guía oigo como le dice que si quieren un tour en autobús porque había mucho que andar con las calles empedradas, y mi guía contesta que no hacía falta que éramos de senderismo. Sería él porque nadie del grupo pertenecía a ese grupo de valientes que se llama senderistas.
Tuvimos varios guías a cual más original.
Estando en el Museo Regional de la Selva Negra nos acompañó otra guía, tenía varias peculiaridades:
- Echaba un pie un poco hacía adelante y mientras hablaba inclinaba el tronco como saludan los japoneses, pero ella era nativa de Alemania.
- Hablaba alaaargannndo lasss palabrassss como una buena germaaaaaanica.
Nos enseñó cómo vivían en la antigüedad en la Selva Negra y llevaba una misteriosa llave en la mano, que tocaba como un rosario mientras agachaba el torso y hablaba paladeando las consonantes. Nos llevó a un molino de agua y con la misteriosa llave, puso en funcionamiento una pequeña puerta que después manualmente abría el agua para que el molino empezara hacer su trabajo. ¡Qué asombroso! – decía. ¡Qué ingenioso! – aplaudía. ¡Pasen y vean como el agua podía moler el trigo, cáñamo para las ropas, etc.!
Estos no han visto los molinos de Asturias decían algunos, y yo, como mi madre es de la Mancha, decía lo mismo pero con los molinos de viento, aquellos que Don Quijote confundió con gigantes, que seguro que eran los teutones buscando ideas.
También nos enseñó la casa de los labriegos y admiré la habitación que tenía tan espaciosa para el matrimonio de campesinos. Envidia que me daba porque recordaba la que me esperaba en el hotel y no quería llegar, la cambiaba ya mismo.
Yo me paré en un telar que había para sacarle fotos porque era igual que el que mi abuelo utilizaba en Cuenca. Porque mi abuelo era tejedor y mi abuela hacia rosquillas y pan que los vendía por los pueblos. Hablando de Cuenca, y recordando las cataratas que he visto, quiero hacer mención al nacimiento del río Cuervo que con menos agua, pero cascadas también. Y ya saliéndome de Cuenca y yendo a Zaragoza ese maravilloso Monasterio de Piedra que no desmerece nada a lo que hemos visto. Eso sí, con más agua. Pero todo tiene remedio, plantemos árboles y conseguiremos agua. Pero esto es otro tema de discusión.
Un día, comimos en la ciudad de los cucos, antes de ver el Cuco más grande de esa parte de Alemania, lo cual no es verdad, porque en el pueblo de al lado es donde está el cuco más grande, pero como donde vamos hay tiendas, de manera muy práctica decidieron que para que los turistas se gastaran el dinero en la tienda se dijera que era ese. Es lo que tiene los alemanes, por el avance monetario, son capaces de estas cosas.
Creo que fue en Schiltach donde después de comer, dimos un paseo para ver cucos. Entramos en una tienda y estando viendo uno muy grande, yo comenté que no me gustaba porque era sobre caza y estaban los animales muertos. En eso que, oigo a una dependienta con traje típico de la zona decirme: “Sobre todo el reno muerto, ¿lo has visto?” ¡Qué alegría! Era española, exactamente de Cádiz. Tenía una alegría en su cara y estuvimos hablando largo y tendido. La chica tenía 2 carreras, creo recordar que 22 añitos, había ido con un contrato de 6 meses para Alemania, estaba muy contenta. Además nos decía que se le pagaba todo el tiempo que hacía de más y que su sueldo estaba en 1200€ y aparte el tiempo que estaba de más. Que le gustaba el sitio y que mejor que en España, que no encontraba nada. El dueño que estaba pendiente, le dije que tenía una buena empleada y para que viera el negocio hice unas compras. Cuando fui a pagar estaba otra compañera también española. Es lo que tenemos, las dos etapas de españoles en Alemania en la historia para ayudarles a levantar su país y mientras tanto, nosotros desperdiciando la fuerza de nuestro pueblo.
El siguiente guía local que tuvimos creo que fue en Colmar. Este era muy gracioso, hablaba fatal el español pero estaba todo el rato riéndose, entre la risa de perro pulgoso y el anuncio del perro que enseña los dientes para que no tenga sarro. Nos enteramos de sus explicaciones porque todos sabíamos francés, sino nos hubiéramos quedado igual que al principio.
En Estrasburgo tuvimos otra guía pero recuerdo poco de ella porque estábamos pendientes de que las gitanas no nos quitaran las pertenencias y ella nos iba avisando. Me llamó la atención la cantidad de ellas (gitanas) que había junto a los turistas y sus guías. Y pensé que si alguien que yo sé, pero que en Alemania ni se le nombra, levantara la cabeza, vaya tortazo que se daría viendo la pureza de su raza aria. En la diversificación está la grandeza.
De esa época sólo hablan para enseñarte como quedaron las ciudades después de los bombardeos realizados a las ciudades alemanas y como las reconstruyeron. He visto muchas fotos de las ruinas pero creo que no he visto ninguna foto de Él. Otro ciclo que les gusta enseñar en fotos es cuando Kennedy y su mujer estuvieron en Alemania y además te puedes hacer una foto como si le estuvieras dando la mano al mismísimo presidente.
En Baden-Baden, tuvimos una guía de origen belga, por lo cual, nos contó la historia de manera que siempre había un belga por medio.
Otra guía que tuvimos fue en Heidelberg pero no tengo nada malo que decir de ella. Lo original de este sitio es que es donde murió el General Patton. Lo que es la vida, éste General combatió en la Primera Guerra Mundial, en la Segunda fue el horror de los Alemanes le apodaban “sangre y cojones” y en este hermoso lugar va y tiene un accidente de coche y muere, aunque ayudado por una bala en el cuello, presuntamente.
En Frankfurt, tuvimos el último guía y, esta vez, era masculino, aunque no se reía como el francés, pero también tenía su aquel. Hicimos una ruta en autobús y nos explicó que su origen era italiano, pero para hacer bien su oficio nos decía que miráramos un bellísimo callejón donde había unos tomando vino de manzana. Dios mío, no saben bien lo que es el vino de manzana, nuestra siedriña está mucho mejor, y además, no sabía lo que era callejones bonitos, tenía que pasear por el Madrid de los Austrias y verá lo que es bonito.
Más o menos al final del tour, el guía nos dijo que nos iba a dar una sorpresa. Llevaba una carpeta en la mano y yo pensaba que nos iba a regalar una foto suya firmada porque estaba todo el tiempo diciendo lo que hacía, lo que había estudiado, los idiomas que sabía, le faltaba decirnos la talla de ropa que utilizaba. Bueno, la sorpresa no era una foto, era que cantaba lírico y nos deleitó con “Oh Sole Mio”. La verdad es que no cantaba mal, pero tampoco para tenérselo tan creído, yo me quedé con la versión que me hizo el gondolero en Venecia mientras paseábamos por los canales y yo me encontraba en el cielo .
Después, nos deleitó con una canción española y se despidió con una alemana.
Al guía gallego le entraron los celos al ver cómo se le aplaudía, y a partir de entonces, nos despertaba de dormir en el autocar con una canción silbada y no con un chiste. Por cierto, silbaba las canciones muy, muy bien.
En todo el viaje, vimos muchos grupos españoles y chinos. En el “maravilloso” primer hotel donde no había aire acondicionado lo compensaba porque tenía wifi.
Pues tampoco, los primeros días nos dijeron que lo estaban petando los chinos y cuando se fueron, yo seguí sin wifi, porque estábamos en la parte antigua del hotel.
Con uno de los chinos me pasó una cosa graciosa. Estábamos en la terraza alargando el momento de irnos a la habitación y me acerqué al hotel a pedir bebidas. En esto que aparece el chino vestido como se ven en las películas antiguas de chinos, le faltaba el sombrero, pero a mí me parecía estar viendo a Bruce Lee caminando a mi lado.
También vimos muchos, muchos hindúes, pero vestidos igual que los ves en los documentales de la India. En una ocasión, en la cola de los famosos servicios de pago y mientras esperaba que saliera mi amiga, entra una hindú vestida con su sari, con su brillante en la nariz y de piel morena. Viendo que había otro servicio libre y que no lo usaba, se lo indiqué, puso – pon o introduce 30 céntimos y ya podía entrar. Me dijo que no llevaba dinero entre tanto ropaje y que pasaría al nuestro. Asombrada todavía de lo que me estaba diciendo, me pregunta de dónde soy. “De España” y puso carada de ¿Qué me estás contando?. Le digo Madrid y sonrío – sonrió ella. Le pregunté lo mismo y yo entendí que me dijo Bali, “¿Bali?” – le repito extrañada. Y me dice: “No, Germany” enfadada. Vamos, mira que soy tonta, si es la típica teutona germánica. Y se mete en el servicio cuando mi amiga sale y esta me mira como diciendo ¿le has dado permiso? Es increíble, ella se enfada porque dice que es Alemana y me deja con la boca abierta y yo me tengo que aguantar que no conozca España aunque sea por el futbol, que somos Campeones del Mundo.
Con esto lo que quiero decir es que, los primeros que se creen que el país es bonito son sus guías, lo que puede ser menos bonito, ellos lo engrandecen, la parte de la historia que no les gusta, la borran tranquilamente. Según la nacionalidad del guía, se pueden cambiar unos hechos históricos. Y además, visitando el extranjero, te das cuenta que es muy importante respetar todas las culturas y que unos más rubios y otros más morenos, al final, hemos utilizado las herramientas iguales todos y que tenemos unas culturas todas diferentes pero muy interesantes.
La compañía aérea que utilicé tanto a la ida como a la vuelta fue Iberia. Cuando marchaba hacia Alemania, no se me ocurrió mirar la revista que te dejan, pero a la vuelta lo hice. Y, ¿sabéis lo que me encontré? Pues en toda una hoja un jugador de golf y un texto que decía: “disfruta de tu deporte favorito y relájate, Nacex te llevamos el material donde quieras”. Mira como son estos de Nacex, me marcho de vacaciones con esta novedad y me encuentro en una revista de Iberia del mes de agosto la información, me di cuenta entonces que “Adiós a las vacaciones y vuelta a la realidad”.
Carmen Ruiz Atienza
Etiquetas:anécdotas, Carmen Ruiz, experiencias, vacaciones, viaje