A emprender se aprende
Los meses anteriores al nacimiento de Nacex como empresa de transporte, tuve que pasar por varias reuniones, cursos, nervios, tensiones, etc., para tirarme a la piscina. Desde mi escasa experiencia como “empresaria/emprendedora”, en aquellos momentos, todos los escalones de la pirámide se me hacían pesados y muy altos, y yo tenía y tengo las piernas muy cortas.
Empezaron los dolores de cabeza. Éstos fueron algunos de ellos:
- Elegir la zona de la franquicia. En aquel momento, se arrancó con 110 franquicias y 8 plataformas en toda España. Elegimos la zona norte de Madrid con la sede principal en San Sebastián de los Reyes.
- Dinero: Hipotecamos por segunda vez el piso, casi ya terminado de pagar.
- Bancos: Empezamos a hablar de temas que no habíamos oído nunca. En aquellos momentos, no se necesitaba, pero había que prepararse para el futuro: líneas de descuento y líneas de crédito.
- Informática: Fuimos a los cursos preparados para visualizar y aprender el programa que se utilizaría.
- Búsqueda de personal: Convencimos a un mensajero y a una administrativa para que empezaran a confiar, no sólo en la nueva “línea emprendedora”, sino también en nosotros “los emprendedores”.
- Búsqueda de nave: La ubicación de la nave era primordial, tenía que estar bien situada, con fácil salida a las carreteras principales.
- Adaptación de los horarios, estilo de vida, etc. Ya no sólo de mí misma, también de todo mi entorno familiar, de amistades, de conocidos, etc.
- Aprender a callar mis opiniones. Empecé en el transporte, un mundo claramente de hombres en la zona de España en la que vivo. “La mujer es vista como puro adorno para cenas, convenciones, etc.” “Las opiniones cuentan poco si salen de la boca de una mujer”. Éstas son las primeras frases que oí en la primera comida que mantuve con algunas personas con las que posteriormente, trabajé codo con codo. Y yo, como mujer liberal, gran luchadora por los derechos de la mujer trabajadora (la verdad por cualquier derecho), y dispuesta a aprender lo que hiciera falta, (mis principios son de silencios ante ciertas personas con ideas contrarias a las mías), poco a poco, fui levantando la voz, de tal manera, que más de uno quisiera que hoy me callara.
En este punto, quisiera hacer dos puntualizaciones antes de seguir con la historia de la “emprendedora que llevo dentro”:
Hace poco, en una reunión de amigas, dónde el tema principal de la conversación era la situación laboral en que nos encontramos en España, había dos temas en las que no hubo mucho acercamiento:
- Dentro de la conversación entre 4 personas teníamos todos ámbitos personales: una funcionaria, otra en el paro, otra con trabajo pero la empresa le había pedido rebajar horario y salario por el descenso de trabajo, y yo “empresaria/emprendedora”.
- Debido a los cursos que estoy dando, intentaba transmitir que también se puede salir del bucle individualmente.
- No sólo se tiene que echar la culpa a los demás, sino también hacerse la pregunta ¿puedo yo sólo salir de ésta situación? Y me vino a la cabeza la frase de un curso “A emprender se aprende”
Es verdad, yo no sabía muchas cosas y a base de golpes y experiencias se va aprendiendo. Después de 18 años, sigo aprendiendo porque las circunstancias han cambiado y me obligan a cambiar. Sigo saliendo de mi zona de confort, donde yo me encontraba ya cómoda y segura, pero llegó la crisis y he tenido que volver a empezar con trabajo, creatividad, sufrimiento, impaciencia, pero siguiendo con la empresa abierta y con mis trabajadores confiando y “rezando” que no me equivoque.
Por cierto, ya tenemos día de celebración para el “emprendedor” es el 8 de abril.
¡Felicidades! a todos aquellos que a riesgo de perder todo en su vida (dinero, salud, trabajo, casa, etc.) están dispuestos a que ningún “político, banquero, economista, periodista, aprovechado, caradura, comodón, etc.” les quite lo que es imposible de quitar: LA ILUSIÓN Y EL SOÑAR.
Señores, ¡SÍ SE PUEDE!, déjenos hacerlo.
Carmen Ruiz Atienza